Inspirada en un relato de Joe Hill, que sigue la línea de su padre Stephen King en cuanto a intensidad y potencia de transmitir experiencias narrativas, Scott Derrickson logra atornillar a la butaca a los espectadores con una dura propuesta que mezcla violencia en niños, asesinatos, fantasía y realidad, en una de las mejores películas de género en lo que va del año.