El hombre de las mil máscaras.
El director norteamericano Scott Derrickson viene demostrando desde los comienzos de su carrera una gran afinidad por el cine de terror, un género cuyos códigos claramente domina. En la reconocida película El exorcismo de Emily Rose (2005) supo fusionar de forma muy acertada el caso verídico de una joven que sufrió de posesión demoníaca con una trama judicial que ponía en tela de juicio la salud mental de la damnificada en cuestión. Luego, con Sinister (2012) Derrickson ofreció un espeluznante relato sobre la llegada a un nuevo hogar de Ellison Oswalt (Ethan Hawke), un escritor de historias criminales venido a menos, y su familia. Todo cambiará al encontrar en una de las habitaciones del lugar una macabra filmación casera donde se asesina a otra familia. El antagonista de turno, Buhguul o Bagul, una especie de demonio disfrazado de hombre de la bolsa, se transformó en figura dentro del cine de horror de este nuevo siglo, y la película, con la cual el realizador logró destacarse mediante el aterrador uso del found footage, en un nuevo clásico del género.
En El teléfono negro, Derrickson se vuelve a reunir con Ethan Hawke, quien en esta oportunidad cambia de rol y se pone la máscara (en realidad son varias, ya verán) de villano. Acá es un misterioso hombre que viaja por la ciudad en su camioneta y suelta globos (primera de las muchas referencias a la obra del escritor Stephen King), para así poder atraer a futuras víctimas. Es un sádico asesino serial de adolescentes y que tiene a la población del lugar con mucho temor. Entre ellos se encuentra Finney (Mason Thames), un muchacho de 13 años que sufre de violencia física propiciada tanto por sus compañeros de colegio como por su progenitor, un hombre viudo y alcohólico. El pobre joven no tiene paz ni suerte: además de sus dramas cotidianos será secuestrado por el siniestro personaje llamado The Grabber (Hawke), poniendo en riesgo su misma existencia.
De igual forma que en Sinister, Derrickson imprime al relato de un aire insano que rodea a gran parte del filme. Todo el tiempo el protagonista Finney y su hermana Gwen (Madeleine McGraw), a quien también su padre muele a palos y golpes con una violencia inusitada, sobre(viven) como pueden en un hogar disfuncional marcado por el desamor y la intolerancia. Estamos en el norte de Denver en 1978 y estos dos jóvenes son apenas un hilo conductor en este cruel y duro relato acerca del paso de la niñez a la adolescencia.
La historia está basada en un cuento del hijo de Stephen King, Joe Hill, un thriller sobrenatural con ciertas influencias de su padre. El guión está a cargo del mismo Derrickson, en colaboración con C. Robert Cargill, que respetaron bastante el material original. El espíritu de la serie Stranger Things está muy presente, quizás por la paridad con la edad de sus protagonistas y también hay una obvia referencia al cine de terror de los 70’s, entre ellos al clásico La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), que hasta es nombrado por uno de los adolescentes.
El teléfono negro no ofrece nada nuevo dentro del género de terror, es sólo una historia más, de esas que ya vimos en otras películas. No obstante, sí se destaca por su mirada al pasado, con el foco puesto en cómo se crecía y sufría en un pueblo perdido norteamericano de los años 70’, y del papel vital que asumía la amistad adolescente, una que seguramente ayudó a salvar muchas vidas.