Entre el chat y la cama
La seducción, el deseo, el juego con la web cam, la exposición del cuerpo y el posible encuentro sexual con desconocidos es el motor del segundo largometraj del realizador cordobés Rodrigo Guerrero después de El invierno de los raros.
Muy acorde a los tiempos que corren, donde las relaciones son fugaces y los encuentros se dan sin compromisos, Fede (Emiliano Dionisi) chatea durante los primeros minutos de la película para concretar sus fantasías con una pareja (Nicolás Armengol y Carlos Echevarría) de ocho años de convivencia. El departamento se convierte en el escenario donde transcurre la acciòn, contada en muy pocas tomas, con un clima casi teatral y de aparente improvisación en los diálogos. Allí los tres personajes cenan, seducen y encienden la sexualidad quizás como una manera de escapar a la rutina. En el transcurso de la noche, Fede vive una experiencia intensa y reveladora que le muestra una nueva forma de amar.
El tercero no pretende contar una gran historia, sólo expone y no juzga las acciones de los personajes. La inocencia y la experimentación en un terreno que desconoce pone al joven en un juego que lo atrae y asusta, entre miradas y charlas que preparan el clima íntimo que los acerca.
Sin un gran conflicto que explotar y sin llegar a las escenas de sexo explícito vistas en la reciente El desconocido del lago, el film muestra pero juega con el off mientras explora la noche afiebrada del trío en cuestión.