Apuesta interesante la del realizador cordobés Rodrigo Guerrero, quien en “El tercero” (Argentina, 2013), desarrolla una compleja puesta en escena, a partir de una idea simple.
El director buscará y profundizará en la realidad de aquellas personas que desean y deciden relacionarse con el otro, más allá de estar en pareja, para así poder avanzar en el conocimiento de su sexualidad, evitando cualquier tipo de etiquetas y rótulos.
Todo comienza cuando una pareja establecida (Carlos Echevarría y Nicolás Armengol), plagada de rutinas y de esquemas internos, y de aburrirse en la cama, deciden incorporar a su relación a “el tercero” del título (Emiliano Dionisi).
Con un planteo que se inicia en un fugaz y explosivo chateo (el que Guerrero decide incorporar en toda la pantalla) y varias posteriores comunicaciones, orientadas a dejar bien en claro la naturaleza del próximo encuentro, el director va desnudando las particularidades del trío y generando cierta empatía con ellos.
Y si bien Guerrero podría haber decidido que posterior a la citación todo sea una vorágine sexual y explícita, para que luego de la presentación de Fede (Dionisi) la pareja decida llevarlo rápidamente a la cama, la astucia del guión se encuentra en la elección de narrar una noche previa a todo llena de reflexiones que apuntan a generar el clima proclive al encuentro amoroso.
La cena está filmada desde afuera, estática, nada se mueve, somos vouyeres de una intimidad exacerbada en la que sólo los cuerpos expectantes van mitigando la profunda sensación de su atracción con alcohol y comida, sin siquiera, aún, pensar en lo que vendrá.
Y así es como la tensión y la atención hacia la pantalla se va generando y multiplicando, hasta el punto que esa relación vincular poliamorosa, que se va desplegando sobre la pantalla, avanzará sobre la acción hasta que los tres decidan encontrarse.
Minimalismo a la enésima potencia y una búsqueda de naturalidad, apoyada en las buenas interpretaciones de Carlos Echevarría, Emiliano Dionisi y Nicolás Armengol (una de las claves del filme, la otra, claro está, es la dirección) es lo que permiten que la digresión sea disfrutada por el espectador.
Obviamente el encuentro llegará, y el otro hallazgo de “El Tercero”, y sin contar mucho, es la verticalidad de la imagen, que será uno de las principales virtudes de una película que no intenta con grandilocuencia construir EL discurso sobre la homosexualidad y la apertura mental de algunas parejas, pero que acepta dentro de un contexto específico, una realidad diferente en la manera de amar y acercarse al otro.
Película pequeña pero que se anima a gritar a los cuatro vientos una bocanada de libertad en todo sentido, “El Tercero” es una buena opción que además afianza a Rodrigo Guerrero como un gran narrador argentino. Córdoba lo hace de nuevo.