Una pareja muy enigmática
Alix (la exquisita Emmanuelle Devos) es una actriz de 43 años que está interpretando una obra de Ibsen en el puerto de Calais, en el marco de una decadente compañía de teatro independiente. Ella debe realizar un viaje relámpago a París -donde desde hace ocho años convive con su pareja en una relación que está atravesando una profunda crisis- para presentarse a un casting. Cuando se sube a un tren lo primero que ve es a un misterioso hombre inglés (Gabriel Byrne), con quien iniciará un juego de miradas cruzadas, entre huidizas y seductoras.
Tras ese prólogo, seguiremos a Alix (que a los conflictos afectivos le suma una precaria situación económica) en su intimidad y luego en sus sucesivos y cada vez más carnales encuentros con aquel enigmático caballero británico, que arriba a París para participar de un? funeral.
El guionista y director Jérôme Bonnell maneja la historia de estos dos extraños amantes (dos almas en pena) con sensibilidad y una bienvenida ligereza (no hay solemnidad, no se recargan las tintas, no se juzgan a los personajes, no se apela al pintoresquismo en sus recorridos por las calles de la Ciudad Luz) y, aunque no se trate de un film particularmente sorprendente, el tono, los climas y -sobre todo- las actuaciones del dúo protagónico resultan más que convincentes. Quizás el aspecto menos logrado sea la omnipresente banda sonora que abusa de unos violines que quitan (o más bien irritan) más de lo que agregan.
El tiempo de los amantes podría verse como una versión más sexual y menos intelectual de la trilogía de Richard Linklater con Julie Delpie y Ethan Hawke, como una apuesta menos enfermiza pero con ciertas similitudes con el clásico Último tango en París , de Bernardo Bertolucci; y hasta con algo de la hondura psicológica del François Truffaut de La mujer de la próxima puerta . Pero, más allá de sus referencias y reminiscencias, se trata de una historia de amor con suficientes atractivos y hallazgos como para darse una vuelta por el cine.