Finalmente llegó la oportunidad para uno de los estrenos rezagados de la complicada agenda de 2013.
El tiempo de los amantes” narra la historia de Doug (Gabriel Byrne) y Alix (Emmanuelle Devos). No se conocen, pero la casualidad y la propia circunstancia los va a encontrar en el mismo tren. Él va a un velorio; ella (sin entrar en detalles) a un casting, a uno de esos cientos de intentos predominantes en la vida de los actores, sobre todo de aquellos que luchan por vivir de su profesión caminando en una línea muy fina entre los logros y los fracasos, la euforia y la frustración.
De alguna manera, tenemos a dos personas dolidas con grandes posibilidades de complementarse. De eso se trata ¿no?
El director Jérôme Bonnell no parece tener muchos problemas de saber que está presentando a sus personajes exactamente en el mismo lugar, y casi de la misma manera (en el juego de miradas inicial) en la que lo hizo Richard Linklater para la trilogía de “Antes…” – de algún momento del día (1995, 2004, 2013) -. La comparación es insoslayable. Sin embargo, cuando las miradas o la actitud de los personajes van tomando color, dejamos de lado el escepticismo para encontrarnos con una historia más simple y menos dogmática desde el texto.
El realizador sigue a sus criaturas con la cámara, a veces los espía, otras se deja llevar por sus necesidades existenciales mostrándolos en planos cortos, además no deja de lado el contexto y el escenario donde ocurren los acontecimientos.
El buen trabajo de Gabriel Byrne y Emmanuelle Devos deja fluir mucho mejor las situaciones que en otro caso se hubieran visto algo forzadas. Tal vez por eso eligieron un registro muy natural para componer los personajes, apuntalados por una buena performance en los rubros técnicos, como la fotografía y una compaginación sutil.
“El tiempo de los amantes” no tendrá ribetes de clásico, pero deja entrever una historia donde la soledad se convierte en deseo, y hasta puede que en resignación. Búsquela en la cartelera, vale la pena.