El tema de El tiempo encontrado documental de Eva Poncet y Marcelo Burd, que se estrenó este jueves tiene que ver con el trabajo de los migrantes bolivianos en Argentina, más precisamente en la provincia de Buenos Aires. Un gráfico inicial nos informa que son cuatro las actividades a las que principalmente se dedican los casi 200.000 bolivianos que habitan la provincia: el comercio, la actividad textil, la construcción y la horticultura. De esas actividades los realizadores se dedican a describir con sus imágenes, tres: el trabajo en una quinta de tomates, una fábrica de ladrillos y el de una costurera-tejedora.
Las imágenes de una fiesta popular boliviana que sigue al texto inicial recuerda un film poco visto de Martín Rejtman Copacabana trabajado mayormente en planos fijos generales, tan pregnantes, de las festividades de la comunidad boliviana. Un barrido de la imagen con un travelling rápido rompe con ese tiempo de la fiesta inicial para ingresar al tiempo del trabajo pocos segundos después, cuando entramos al Barrio El alpino de Florencio Varela para asistir al proceso de producción en una ladrillera: desde el moldeado del ladrillo sin cocer al horneado final; de ahí al Barrio La Colonia donde los viveros de tomate nutren buena parte de los mercados centrales. Darío Rejas es el quintero, Edwin Mamani el trabajador en una fábrica de ladrillos. De los tres trabajadores, Berta Choque es la que impone el tiempo femenino, es la única mujer, la costurera, la que recupera el lugar del hogar, las tareas de la hija, la visita al médico.
Hacerme feriante, de Julián D´Angolillo mixturaba imágenes y sonidos de la feria La Salada. Era coherente ese formato con ese mundo vertiginoso del comercio ilegal y la producción clandestina de una feria gigantesca donde pasan millones de personas El tiempo encontrado también usa el modo observacional, pero esos planos largos, que nunca se estiran en exceso hablan de una temporalidad distinta, más interna pero más atenta a los cambios de la naturaleza, sobre todo en los tiempos de la siembra y la cosecha referidos a un modo de trabajo tambien diferente, relacionado con la materia prima de la cadena de la producción. A lo largo de ese año que dura el registro de la vida cotidiana de estos trabajadores, los planos de los invernaderos, o de los almácigos, o el de los hornos se ajustarán al calendario de las estaciones desde un preciosos modo de trabajar las duraciones, los colores, y algún retoque musical que aparece esporádicamente.
El tiempo encontrado, que bien podría haberse llamado El tiempo justo seguramente se convertirá en una película importante para pensar la migración en los tiempos del postcapitalismo.