El cine social tiene un problema: mostrar circunstancias que, con el tiempo, dejan de tener peso. Pero funciona cuando apunta a algo universal. Por suerte, este film de Eva Poncet lo hace: sigue a tres inmigrantes bolivianos en la Argentina y los sigue de tal modo que “boliviano” y “Argentina” pasan a ser circunstancias de un retrato humano que vale en cualquier momento y lugar. Además de ser pudoroso y preciso.