Un antihéroe atraviesa un presente caótico sin poder imaginar un futuro alentador en la película nacional de Eugenia Sueiro, la realizadora de Nosotras sin mamá.
Dalmiro (César Bordón, el actor que cobró notoriedad por su papel del manager Hugo López en la serie sobre Luis Miguel) es un buscavidas cincuentón que trabaja para el club Almagro, vende rifas y tasa propiedades. Cuando recibe la noticia de la muerte de su hermano, se debe ocupar de su cuñada (Vanesa Maja) y de sus sobrinos, pagar una vieja deuda y, como si fuera poco, cumplirle a la pequeña Ema el sueño de viajar a Disney.
Para reunir el dinero (que guarda en una caja), Dalmiro es capaz de presentarse al casting de un reality que se realizará en México y toma conciencia sobre la importancia del vínculo que (re) formula con su “nueva” familia.
El nudo argumental impone un clima de unión familiar tras una pérdida, en el que un hombre común y corriente deja atrás su vida rutinaria para afrontar un desafío que no sabe si podrá cumplir.
La comedia dramática abre su discurso a temas como la precariedad laboral, la falta de oportunidades y el cumplimiento de promesas realizadas por los adultos que los niños toman como hechos concretos. La acción, que sigue a Dalmiro y lo coloca en situaciones incómodas dentro de la cotidianeidad, reúne algunos momentos más logrados que otros y abarca muchas aristas (el drama se impone a la comedia), pero convence por la austera y justa composición de Bordón.
Su personaje se muestra vulnerable con un anciano al que debe venderle la casa mientras lidia con un jefe explotador. En tanto, el recuerdo de su hermano sobrevuela la historia, y hay una noticia que la cuñada deberá comunicar en el momento menos esperado.
El tío agrega animación sobre el desenlace, a la manera de un cuento que acerca el mundo infantil al distante e incomprensible de los adultos.