Parte de un arco iris sobre un verde campo de juego, un rincón del escenario donde se desarrolla la vida de Dalmiro, quien recientemente perdió a su hermano de una manera imprevista. La relación con Eliseo parecía limitarse a aliviar sus deudas económicas aunque a Eli no le sobrara nada.
Dalmiro transcurre sus días sin Eliseo atendiendo la guardia de una inmobiliaria, visitando a su ahijada, a su sobrino y a su cuñada, huérfanos y viuda; yendo a alistar el club de sus amores para la temporada junto a un amigo y alternando su suerte con un número a la lotería y changuitas bizarras como una campaña anti dengue o la participación en un reality show para México.
Las escenas de una vida común, que no lo es porque aparece en pantalla, son obra de Eugenia Sueiro (a.k.a. María Eugenia Sueiro), quien compartió set de filmación siendo Directora de Arte de Daniel Burman, Ana Katz, Albertina Carri, y hasta de Mariano Cohn y Gastón Duprat para "El Ciudadano Ilustre".
En este caso, la directora de "Nosotras sin Mamá" (2011) vuelve como guionista y directora para su segundo largo en el que demustra oficio y potencial. Es una peli modesta pero que tiene el encanto de los detalles, de las obsesiones de los personajes, de tensiones y conflictos que no terminan de explotar y que son el hilo conductor de la historia.
Buenas actuaciones de César Bordón, en el papel protagónico, como el tío atribulado al que se le presenta un desafío que será motor que rompa su rutina afectiva y efectiva; la de los pequeños Dulce Wagner y Valentino Barone y Vanesa Maja, como la cuñada que empuja a Dalmiro con culpas y provocación.
Digna hora y 16 de película para una directora y guionista a la que hay que prestarle atención.