Todo lo que se diga sobre cine industrial por estos días del mes de febrero tiene algún tipo de relación, más o menos cercana, con la entrega de los premios Oscars. En este caso, se trata de la nominación en el rubro Mejor Protagónico Masculino para Gary Oldman.
El actor que lideró la descomunal Bram Stoker´s Dracula, de Coppola, encarna aquí al agente George Smiley (ironía de un personaje que no sonríe), veterano del Servicio Secreto Británico, que en plena guerra fría se encuentra en un nudo de sospechas en torno a la presencia del “topo” (doble agente) al que hace referencia el título con el que se estrena el film en Argentina. El doble agente en cuestión, según todo lo indica, trabaja para el espionaje soviético.
El film gira alrededor de la investigación, ardua, compleja, salvaje en sus modos y sin tapujos a la hora de detectar (presuntos) culpables. Más allá de la matizada performance de Gary Oldman, el verdadero protagonista del relato es el guión (nominado al Oscar a Mejor Adaptación), una pieza de arquitectura cinematográfica superior, por momentos tan evidente en el cálculo que enfría a los personajes, que los transforma en muñecos de un ajedrez propio de la planificación distante del espionaje internacional.
No hay fisuras en El topo, quizá por eso el director Tomas Alfredson (el mismo de la magistral Let the One Right In) profundizó en la dirección de actores, para lo cual, por supuesto, contó con el extra de un elenco formidable, ajustado a sus roles. Además del gran Oldman, se destacan Colin Firth (El discurso del rey) y Mark Strong (RocknRolla).
Es muy probable que finalmente George Clooney sea quien va a quedarse con la dorada estatuilla, por su labor en Los descendientes. Quizá la dupla de guionistas de El topo cuente con más chances de ubicar en sus livings una copia del galardón. Oscar más, Oscar menos, nada le quitará a Tinker, Taylor, Soldier, Spy el ser, ya, una de las grandes cosas del cine de Hollywood de esta temporada.