De éstas, ya no se hacen más
Thriller como se hacían en la época de la Guerra Fría, con un elenco excepcional.
Películas como El topo ya no se hacen más. Ambientada en 1973, parece rodada en ese año. Y entiéndase lo antedicho como un elogio, no una crítica.
Basada en el best seller de John Le Carré, la trama es una intriga de precisiones milimétricas, intrincada, que necesita de la atención del espectador, que no podrá distraerse, claro, con el balde de pochoclo.
En el Servicio de Inteligencia británico hay una manzana podrida, como grafica Control (John Hurt). Hay que encontrar a quien los rusos (estamos mucho antes de la caída del Muro) han infiltrado, y tienen como aliado en el Circo, como se denomina al Servicio. Control, que era quien llevaba adelante la búsqueda de manera clandestina, es despedido junto a George Smiley (Gary Oldman), pero la muerte del primero lleva a una investigación. Que le encargan al segundo, y en la que hay cinco sospechosos. Y uno de ellos es Smiley.
Lo primero que hay que advertir es que el actor del Drácula de Coppola, el malvado de El perfecto asesino , está a kilómetros de esos personajes que, con gestos grandilocuentes, se apoderaban de la pantalla cuando el actor inglés aparecía en ella. Aquí Oldman está como detrás del personaje. Ni un grito, un exabrupto, nunca altisonante: maquillado como un tipo mayor a lo que es (tiene 53 años), y con anteojos y casi siempre de corbata, Oldman es el corazón del relato, siguiendo (y despistando) al espectador en cada tramo de los vericuetos, los viajes por Europa y los saltos temporales.
Lo segundo es la presencia del director sueco Tomas Alfredson (la muy elogiada Criatura de la noche , que no era una mera película de vampiros, por cierto). Evidentemente, el realizador puede saltar del cine de género a lo que le plazca, adaptar la novela como le convenga y manejar las intrigas y los datos relevantes sin remarcarlos, con sutileza. Es un ejercicio bárbaro para el público habituado a que le sirvan todo previamente digerido y hasta regurgitado. Aquí, el que no presta atención, pierde.
Alfredson vuelve a una misma secuencia para revelarnos (ahí, sí) lo que sucede desde diferentes ángulos, y utiliza una paleta cromática, con grises y ocres que le calza perfecto al relato. Y a diferencia de la miniserie de 1979, de John Irvin, con sir Alec Guinness, no se queda en los detalles: va a las entrañas.
Y lo tercero es el elenco que acompaña a Oldman, cuyos silencios son tan imprescindibles como sus comentarios con cinismo. Entre los miembros del Circo están Colin Firth, Ciaran Hinds, Toby Jones, David Dencyk. Y en papeles no menores, Benedict Cumber- batch, Mark Strong y Tom Hardy.
En definitiva, lo que plantea El topo (o Tinker Tailor Soldier Spy como es el libro original) es advertir qué importa más, si la caza en sí misma o saber si se aprehende a la presa. La respuesta queda en cada uno.