Regreso con muy poca gloria
Coproducción chino-franco-belga hablada en inglés y con el sello de la factoría Besson. Mejor dicho, con lo menos atractivo de la factoría del prolífico Luc. Esto no es Lucy, con Besson involucrado a mayor nivel. Esto es un reboot de El transportador, y para reemplazar a Jason Statham pusieron al flaco Ed Skrein (de Kill Your Friends), que no encuentra el tono y es hasta payasesco en su andar y su anhelo de ser canchero. Toda la película es así, con la excepción de la explosiva secuencia final y del irlandés Ray Stevenson, un señor con clase, y look Russell Crowe, que interpreta al padre del protagonista. El transportador recargado quiere y casi nunca puede ser trepidante; quiere y no logra tener gracia, y renuncia a su alma en aras de una puesta en escena publicitaria, pero no de productos exclusivos, sino más bien de segundas marcas. Cine de sustitución de Hollywood sin ideas, con acción sin cerebro y con escasa nobleza. Tampoco hay capacidad para hacer creíble el paso del tiempo, ni reflexión acerca de la musicalización, ni para dejar nada libre de obviedad (cada gesto y cada diálogo se refuerzan hasta la agonía). La excusa para el desarrollo argumental con requiebres vuelteros es una venganza de mujeres contra sus explotadores y esclavizadores, liderados por un proxeneta ruso muy malo. Todo con paisajes lujosos, mucha cadenita, coches caros, pelucas platinadas y fundidos a negro que evitan desnudos.