En 1960 Julio Cortázar publicó Los premios, una novela sobre un grupo de personas muy distintas entre sí que conviven en un misterioso crucero al que accedieron tras granar un concurso. La historia culmina con un asesinato. Nada indica que el libro haya sido inspirador para Ruben Östlund, pero algo de ese experimento de poner a convivir en alta mar a una galería de personajes variopintos se respira El triángulo de la tristeza, película que se alzó con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. En The square, su film anterior, también máximo ganador del festival en 2017, Östlund arremetía sin ninguna piedad contra el mundo del arte y su hoguera de vanidades. Aquí, el sueco continúa con su inclemente visión del mundo, esta vez centrándose en la tilinguería de cierta clase alta.