Con guion y dirección de Ruben Östlund "El Triángulo de la Tristeza" marca la diferencia entre los distintos estratos sociales. En el comienzo, vemos a la pareja de modelos formada por Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean) quiénes son invitados gracias a ser influencers a un crucero de lujo, esto sin perjuicio de soslayar que ambos tienen desacuerdos cuando de pagar sus gastos se trata. En la segunda parte aparece Paula (Vicky Berlín), encargada de la tripulación, el multimillonario Jarmo (Henrik Dorsin) un magnate ruso llamado Dimitri (Zlatko Buric), Vera (Sunnyi Melles), y el alcoholizado Capitán del Barco (Woody Harrelson) entre otros personajes. En la “Cena del Capitan” éste y Dimitri expresan opiniones políticas mientras el resto de los comensales sufre una severa intoxicación que dispara situaciones escatológicas y grotescas. En el medio del caos llega a las manos de Clementine (Amanda Walker) y Winston (Oliver Ford Davies), un matrimonio mayor, una granada, cuando paradójicamente ellos han hecho su fortuna gracias a esos elementos. El ataque provoca la explosión del barco y la consecuente desaparición de muchos de sus pasajeros y tripulantes. En la isla desierta sobreviven unos pocos…entre ellos se encuentra, en una cápsula, la encargada de la limpieza de los baños del yate, Abigail (Dolly De Leon) que gracias a ser la poseedora de unos pocos alimentos se convierte en Jefa del lugar desatando la inversión de poderes. El Triángulo de la Tristeza resulta una sátira negrísima en la que se instala una crítica a nuestra sociedad, las diferencias entre ambos mundos y el culto al dinero y las redes sociales. Hacia dónde va la humanidad? Sólo importa nuestra imagen y cómo nos mostramos para los demás? Un film que incomoda y plantea estos y otros interrogantes y que sin dudas, no va a dejar a ningún espectador indiferente.