Interesa, pero faltó investigar
Este breve documental habla del doctor Carl Peter Vaernet, médico nazi que, sin trayectoria alguna en la investigación científica, se puso a probar la inoculación de testosterona en una veintena de homosexuales presos en el campo de Buchenwald, con resultados, digamos, poco satisfactorios para ambas partes, sobre todo para los pobres presos. Tras la guerra viajó de Dinamarca a Suecia y de allí a la Argentina, donde murió en 1965.
El film sintetiza su biografía, los curiosos experimentos genéticos de su contemporáneo Knud Sand sobre gallos y gallinas, su participación con los SS, y muestra su contrato de trabajo en el Ministerio de Salud de la Nación, firmado por el doctor Ramón Carrillo. Eso es interesante. ¿Pero qué hizo Vaernet en el Ministerio? ¿Le pusieron algún equipo a su disposición? ¿Qué sabía sobre este hombre el doctor Carrillo, el mayor sanitarista que tuvo nuestro país, y también uno de nuestros primeros neurobiólogos, con estudios en la Alemania de los 30? En 1955 los de la Revolución Libertadora escarbaron todo para difamarlo, sin encontrarle relación alguna con ése o cualquier otro nazi llegado hasta estas tierras. ¿Será tema de otro documental? Este tampoco menciona los contactos de Vaernet con laboratorios norteamericanos interesados en sus teorías para curar la homosexualidad inyectando testosterona, ni los experimentos que al respecto hizo uno de sus hijos en EE.UU., Kjeld Vaernet, junto al famoso lobotomizador Walter Freeman (que, dicho sea de paso, llamaba lobotomóvil a su auto).
Aparece en cambio uno de sus nietos, también médico del mismo nombre, Kjeld, pero con otra filosofía de vida, en compañía de investigadores que refieren detalles sobre la mentalidad de aquel entonces, y explican que recién en el 2005 los presos con triangulito rosa recibieron la definición de víctimas del nazismo a igual nivel que los presos judíos, gitanos, políticos y religiosos (testigos de Jehová, curas y pastores opuestos al régimen, etc.). Antes, se los consideraba al mismo nivel que los presos comunes. Y se pensaba que eran "enfermos curables".