Cuando el ego es lo más importante.
Etienne, interpretado por el franco-argelino Kad Merad, es un actor de teatro no muy conocido y cuya carrera artística nunca logró grandes triunfos ni reconocimientos. No obstante, es un hombre egocéntrico y con una herida que no termina de cerrar respecto a su trunco camino como intérprete teatral. Su desempeño como profesor en una cárcel local es notable y el grupo de presidiarios a los que guía se encuentran muy conforme con su labor. Sus clases son un respiro de libertad e individualidad en las vidas de estos hombres, justamente privados de la misma. Ambicioso, Etienne emprende con el pintoresco grupo de presos la representación de la obra teatral “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, una reconocida tragicomedia dividida en dos actos y donde el absurdo ocupa un lugar central. La fraternal relación de Etienne con los presidiarios y la preparación de la obra, con sus diferentes complejidades, serán el corazón en la trama de El triunfo (2020). Todo en un tono de comedia costumbrista muy a la francesa.
En El triunfo su director, Emmanuel Courcol, elije retratar una puesta realista y llena de cotidianidad. Es imposible no sentir verdadera empatía con este grupo de hombres que están presos por variadas causas, pero que lejos están de ser peligrosos delincuentes. La vida, las necesidades y malas elecciones los han puesto ahí y hace rato están pidiendo una segunda oportunidad. La llegada a sus rutinarias y controladas existencias de Etienne, un buen hombre con ciertos dilemas personales, será muy importante. El humor aquí es utilizado como un catalizador de la dura realidad que los rodea y esto es una elección muy acertada.
La historia que nos propone El triunfo habla de la redención y al mismo tiempo propone una reflexión acerca de la reinserción social del presidiario; es imposible de ocultar: a esto ya lo vimos en otras oportunidades. De todas maneras, la magnífica actuación de Kad Merad, un comediante, humorista y guionista con bastante prestigio en Europa, junto con los actores que lo acompañan, esos presos por demás realistas, más las situaciones cómicas que habitan a lo largo del film, hacen que su visionado sea disfrutable y entretenido. Cuando el relato parece estancarse, algún personaje cautivante logra que la acción tome curso nuevamente.
El triunfo es una película coral y de elenco multirracial, donde diferentes vivencias y personalidades confluyen y se integran con un solo fin: llevar a cabo lo más dignamente una nueva y original puesta de una clásica obra de teatro de concepto universal, intentando dejar de lado el gran ego de Etienne, el director del grupo teatral. De paso nos saca una sonrisa en algunos tramos y se les da esperanza a sus castigados intérpretes. Tarea cumplida.