Es el año 1991, siete convictos de la cárcel de Villa Devoto se escapan cavando un túnel que conecta el exterior con el hospital de la prisión. Desconcierto y dudas de parte de policías, vecinos del barrio residencial y periodistas son pobremente paliadas por el testimonio de un vecino, el único testigo del escape. Es aquí cuando entra Ricardo, un periodista de criminales que se compromete con lo acontecido e intentará escribir una nota sobre lo que ocurrió, sobre cómo ocurrió y por qué ocurrió; para esto deberá llegar incluso con los autores materiales del túnel: los prófugos.
Un llamado telefónico es el encargado de contactar al periodista, quien luego de seguir una serie de indicaciones, se encuentra en una casa de los suburbios cara a cara con dos de los escapistas: Vulcano y Toro, cabezas de equipo y mentes detrás del escape, seguidos y acompañados por otros cinco convictos que la casualidad se encarga de reunir.
Ricardo, cumpliendo con su labor interroga a Vulcano para luego dejarse llevar por la narración de una crónica de escape que lo lleva a encontrarse con la historia de unos cadáveres hallados por los criminales en su intento por alcanzar la libertad, con la promesa que los presos le hicieron a los muertos y la duda sobre el origen de estos restos.
El Túnel de los Huesos, un filme que sabe relatarse como la historia real en que fue basado. En el año 1993, el periodista Ricardo Ragendorfer recibió el premio Príncipe de Asturias por su investigación sobre el escape criminal sucedido en el año 1991 de la cárcel y, sumado al testimonio de uno de los criminales libres, el director santafesino, Nacho Garassino, elabora con su Ópera Prima, una historia que se desarrolla en dos arcos argumentales conectados por un narrador que solo dando detalles superficiales en persona, nos introduce en la espectacular fuga, que parece ser lo principal en la historia, pero todo va más allá cuando una promesa se hace presente: La de relatar una historia más, la de aquellos que ya no tienen voz.
Pero no todo es narración en El Túnel de los Huesos, también la influencia se hace presente, recordándonos los pasajes carcelarios de Sueños de Libertad (The Shawshank Redemption, EE.UU. 1994) y con una maestría raras veces vistas en una ópera prima, la técnica cinematográfica se sucede con recursos estéticos de lo más prolijos e intercalando varios planos secuencia (especialmente el impecable que inicia el filme) que solo en su recorrido, nos inunda de sentimientos, de personificación y de empatía para con aquellos que narran la historia. Factor más que importante en el desarrollo de la obra de Nacho Garassino, es la utilización absorvente del sonido, que sin resultar desubicado ni repleto de sinfonías rimbombantes y carentes de alma, con un sonido monocorde que se impone, se nos recuerda a la opresión, al peligro y al mundo interior de los protagonistas, como así Stanley Kubrick, con sonidos similares, nos narraba la historia de Alexander Delarge en La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, UK 1971); y el uso de la fotografía, que sin grandes innovaciones nos remite a penumbras acordes y la iluminación remitente a los foquitos de luz que los criminales utilizan como único recurso de visión en el túnel mientras cavan, dando la impresión una vez mas, de encontrarnos allí.
Destacable, como ya se lo vio en infinidad de producciones televisivas como cinematográficas, la figura de Raúl Taibo, que, en complemento con Valenzuela, recrea a un personaje frío, crudo, valiente pero dejando entrever una desesperación que caracteriza el personaje que encarna: Vulcano. Respecto de Daniel Valenzuela, compone magistralmente la otra cara del personaje de Taibo, bajo la personificación de Toro, el segundo de mando en el plan de escape y compañero fiel de Vulcano. Lo que compone
El cine argentino demuestra una vez más su potencial y riqueza no solo en imágenes y narraciones, sino también, en las originales historias que se suceden cada vez con mayor frecuencia en los escenarios de la industria. Otra vez nos encontramos con una pieza de calidad, una propuesta hacia los caminos de los relatos no contados, una puerta abierta a un cine que sin ser abyecto, retrata dicotomías sociales, los códigos, los cambios y las realidades dentro y fuera de las cárceles argentinas.