Gris y repetido
Si la responsabilidad de El turista es de su director, quien fue reconocido a partir de la sobrevalorada – en el criterio de este humilde escriba – La vida de los otros, o de sus guionistas, el mismo Van Donnersmarck junto a McQuarrie, quien escribiera Los desconocidos de siempre, o la producción, más concentrada en exponer elenco y locaciones que un guión consiste, o de sus protagonistas, Jolie & Depp, inexpresivos durante toda la duración del film, todos podrían decir, échale la culpa a Venecia, pues seguramente pasear por esa hermosa ciudad, les quitó el tiempo necesario para hacer interesante esta película.
Si cada uno de ellos tiene antecedentes tales que permitía considerar la posibilidad de encontrarnos con una película al menos bien llevada, el caso es que El turista no responde a ni las mínimas expectativas. Planteada como intriga romántica, la carencia de sentido y atractivo de la trama bloquean toda tensión articulada por el suspenso. Tampoco propone seducción ni glamour, en tanto el recurso al romance. Si la observamos como comedia, los actores no aportan los momentos, los tonos ni el carisma necesario. Como película de acción, todo en la historia remite a una larga secuencia de hechos inverosímiles y apariciones, o desapariciones, de personajes inesperados en lugares inusitados.
Diálogos por momentos incomprensibles (que ni siquiera permiten imaginar claves posibles que despierten alguna inquietud en el espectador), personajes maniqueos, actuaciones monocordes y carentes de todo atractivo, coadyuvan con la dirección que no acierta ni en el tono ni en el ritmo, a dar forma a una película tan olvidable como un turista ocasional de un tren, entre miles de otros, gris y repetido. Aun cuando ese turista se llame Johnny Depp.