Anexo de crítica: Típico pasatiempo de verano con bellos escenarios, lindos actores y una historia tan ligera como tonta. Por momentos se parece a uno de esos divertidos filmes con Robert Redford en los cuales el eterno galán rubio es el más inteligente, sagaz y cool de los personajes mientras que sus antagonistas pecan de bobos, torpes e incompetentes. El esquema remite un poco al modelo implementado por Hitchcock en tantas películas pero el tono intenta recrear -sin lograrlo- títulos de gran elegancia y sofisticación como Charada, de Stanley Donen. Las no muy creíbles vueltas de tuercas que provee el guión en el último acto terminan debilitando cada vez más a este thriller con toques de humor (gentileza de ese todoterreno que es Johnny Depp, siempre un prodigio de expresividad) y romance (con una ocasionalmente glacial pero también muy apropiada Angelina Jolie en su ambivalente rol de femme fatal y heroína). Que el clímax aluda tan directamente al recordado –y nunca superado en su estilo- filme con el que el escritor Christopher McQuarrie se llevó un Oscar en 1996 no habla muy bien que digamos ni del autor ni de su co-guionista y director Florian Henckel von Donnersmarck. Claro que para ese entonces se pasó más una hora y media moderadamente entretenida en la que todos los involucrados (el elenco, el DF John Seale, el soberbio compositor James Newton Howard y el montajista Joe Hutshing) saben lo que deben hacer para que el espectador no la pase mal con un discreto batido de escenas de suspenso, acción y tiernas miraditas cruzadas entre dos actores que sin duda están para mucho más…