Sopor en Venecia
La única sorpresa que puede generar esta remake norteamericana de la original francesa El secreto de Anthony Zimmer (Jérôme Salle, 2005, protagonizada por Sophie Marceau e Yvan Attal) es sin lugar a dudas la escasa recaudación de taquilla (costó 100 millones y todavía no llega a recuperar ni la mitad) desde lo que en apariencia hubiese sido un boom por contar nada menos que con dos figuras convocantes como Angelina Jolie y Johnny Depp entre sus filas.
El turista se apoya en el modelo de la comedia de espionaje romántica, como podrá verse desde el vamos, pero la chatura de un guión elemental termina por desperdiciar todos aquellos elementos que pueden generar cierta atracción en un film: personajes bien construidos, situaciones de enredo o escenas de acción imponentes y una vuelta de tuerca menos previsible que la elegida en este caso. Tampoco la pareja protagónica aporta algo interesante para subir el nivel de la trama, ciñéndose pura y exclusivamente a las coordenadas del guión dejando en claro que su preocupación no era otra que cobrar un abultado cheque. Otro despropósito lo constituye la convocatoria del director Florian Henckel von Donnersmarck, quien había participado nada menos que en la laureada La mirada de los otros. Este coqueteo con Hollywood lo perjudica porque su dirección roza lo básico e incluso a veces parece desganada.
La historia es sencilla: Elise (Angelina Jolie) intenta despistar a Scotland Yard, encabezado por Paul Bettany y un par de secuaces, que viene siguiéndole el tranco para atrapar a su amante Alexander Pearce, un ladrón que se alzó con el botín de un mafioso ruso (que por supuesto también lo persigue). Recibe una carta del misterioso Pearce, quien la cita en Venecia y le pide que se busque un señuelo para que lo confundan con otra persona. La victima de turno será un turista norteamericano (Johnny Depp), a quien la mujer seduce de inmediato durante el viaje en tren hacia Venecia. Así las cosas, el ingenuo norteamericano se verá involucrado en una aventura soporífera para el espectador donde es blanco tanto de la mafia rusa como de los agentes británicos, sin saber que todo eso forma parte de un plan de Elise.
El simplismo de la trama, que no acierta en lo más mínimo en el humor ni en las escenas de supuesta acción, recurre a las postales de Venecia como si se tratara de un folletín turístico; recurso habitual en este tipo de películas que no saben a dónde quieren llegar.
Al juzgar por el resultado final quedan en claro tres cosas: el elenco la pasó de maravillas paseando por Italia; Johnny Depp suma una mala película a su filmografía y Angelina Jolie una candidatura a los Globos de Oro inexplicable; y por último, el público debería aprender que los nombres estelares no siempre garantizan calidad.