Si Alfred los viera
Se puede imaginar por qué Angelina Jolie y Johnny Depp se sintieron atraídos con este proyecto. La verdad, ¿quién no querría pasarse unos meses filmando en la hermosa Venecia y encima tener la posibilidad de vestir ropas de diseñador carísimas, usar joyas deslumbrantes y entrar en los hoteles más lujosos del mundo? Además, el éxito de taquilla mundial estaría asegurado, ya que las caras de ambos actores en un póster garantiza de por sí la presencia del público en las salas. Hasta se debe haber especulado con todo lo que dirían los programas de chimentos durante el rodaje para conseguir publicidad gratis (¡Uy, parece que Brad se puso celoso con las escenas de amor que Angelina tiene con Johnny!, ¿Se vendrá el divorcio?). El problema es que si bien los productores deben haber tenido en cuenta todos estos pasos a la hora de concebir El turista, se olvidaron de un pequeño detalle: el de hacer un guión medianamente interesante que justifique semejante emprendimiento.
Construida en plan “tratemos de recrear lo que tan bien hizo Hitchcock con Intriga Internacional y Notorious pero sin un mínimo de onda y de astucia”, El turista hace más agua que toda la que contienen los canales de Venecia. La historia de dos desconocidos sumergidos en una aventura en donde intervienen tanto la mafia rusa como la Interpol ya se vio antes y mucho mejor hecha, tanto por maestros como Hitchcock como en películas más contemporáneas como El caso Thomas Crown (si no la vieron alquílenla o bájenla ya por favor). No sólo el director Florian Henckel Donnersmarck no tiene ni la mínima idea de cómo generar tensión y darle cierto ritmo e intriga a la historia, sino que además falla en crear algún tipo de química entre la pareja protagónica.
A Depp se lo ve en plan “todavía no me saqué a Jack Sparrow de la cabeza” y solamente se limita a poner caras de asombro y protagonizar momentos que se suponen graciosos pero que carecen de todo timing de comedia (ejemplo, la persecución por los techos de un hotel). En cuanto a Angelina, creo que esta película demuestra que los roles de mujer glamorosa que esconde secretos definitivamente no son lo suyo, a diferencia de las películas de acción puramente física como Salt, que es donde más se luce. El problema es que estamos tan acostumbrados a ver a la Angelina real paseándose por la red carpet usando vestidos de Versace con su rostro y cuerpo perfectos que la sola idea de soportar eso en una pantalla grande se vuelve algo aburrido y carente de imaginación.
Si a todo esto le sumamos un guión que se propone ingenioso sumando vueltas de tuerca y traiciones por doquier pero fallando constantemente en provocarnos alguna sensación que siquiera se acerque a la intriga o el suspenso, nos queda decir que El turista es una oportunidad perdida al no poder hacer algo mejor contando con las dos estrellas más grandes del Hollywood actual. Pero quizás la película nunca estuvo destinada a nosotros, sino a esos chimenteros y a esas revistas que tantas páginas y tapas llenan con sus rostros y sus asuntos “del corazón”, como se dice.