Crítica de “El Ucumar”, terror con una criatura autóctona del norte argentino
El film del cordobés Octavio Revol Molina presenta una suerte de Yeti argentino que, según la leyenda, habita en la selva andina desde tiempos ancestrales.
Una pareja de biólogos (Clara Kovacic y Santiago Zapata) junto a un fotógrafo (Gaston Palermo), se internan en la selva salteña con intención de fotografiar al oso andino, una especie en extinción. Pero los lugareños les informan de la presencia del Ucumar, un ser mitológico, mitad hombre mitad animal, que habita la zona. Tarde o temprano se cruzarán con la criatura.
Octavio Revol Molina hace una película de terror muy regional, gracias a la asociación del monstruo del título con cuánta fábula y cuento popular se menciona entre los habitantes de la zona, y también, por las múltiples referencias al cine de terror de criaturas humanoides. Hay homenajes implícitos que van desde El hombre lobo americano (An American Werewolf in London, 1981) hasta King Kong (1933), pasando por El monstruo de la laguna negra (Creature from the Black Lagoon, 1954).
Pero el valor agregado de esta producción nacional es arraigar la fantasía a las creencias populares de los habitantes del lugar. Hay una minuciosa representación en el film del hombre de campo con sus hábitos y costumbres que dan espacio al pensamiento mágico. Una cosmovisión con tintes fantásticos presente en esas regiones. De esta manera el Ucumar en tanto ser, se suma al Nahuelito entre las criaturas que aseguran haber sido vistas por gente de la zona.
Con ingenio, el guión focaliza la historia en los biólogos, personajes del mundo de la ciencia que por supuesto descreen del pensamiento mágico. Su búsqueda los lleva a toparse con diversos lugareños que cuentan un relato asociado al Ucumar. Una suerte de anecdotario popular que la película recrea sin salirse de la historia principal. Una forma de darle cuerpo a la leyenda y al mito.
El Ucumar (2022) cuenta con un buen trabajo de edición y efectos especiales muy detallado para camuflar al máximo la carencia económica de la producción. Sin embargo, estas “deficiencias” se justifican desde la narrativa fantástica y las múltiples referencias a un cine clase B, y hacen eficiente el recurso a la hora de acercar al público a un ser mitológico oculto en el imaginario popular del interior del país.