Entre la espera y la contemplación
Basada en la novela La Douceur Assassine de Francoise Dorner , el film de la directora Sandra Nettelbeck gira en torno a la fase crepuscular del Sr. Morgan, viudo y que en sus épocas de juventud además de estar perdidamente enamorado de su fallecida esposa tras una larga enfermedad que lo mantuvo alejado de sus hijos, que azarosamente conoce a una joven francesa (Clémence Poésy) que despierta su interés y por un instante lo aleja de su gris existencia.
El ímpetu y el parecido físico de la muchacha con la esposa de Morgan es lo suficientemente fuerte para que afloren recuerdos en contraste con aquellos fantasmas que lo buscan en momentos de soledad. Las extensas charlas en las que Morgan se muestra caballero, amable y a veces ventilando alguna que otra intimidad lo exponen ante los ojos de la joven insegura y en búsqueda de una fuerte presencia paternal o una familia sustituta que reemplace la soledad.
Solitarios que a pesar de la diferencia de edad y la vida ya vivida se encuentran y entienden sin preguntarse quienes son realmente pero el entorno y la realidad de cada uno dice lo contrario y el doble aprendizaje tal vez transita por su lección más dura.
Sin el aporte de Michael Caine en un papel que es justo decir no se acerca a sus mejores interpretaciones, el relato se sostiene desde el punto de vista dramático y gracias a la presencia de importantes personajes secundarios, entre los que se destacan los hijos de Morgan especialmente Gillian Anderson. Pese a todo un final predecible confirma que no supera al standard pero se deja ver.