Una película decentemente realizada que descansa en los hábiles hombros de Michael Caine.
Hay historias que uno ha oído millones de veces, y uno tiene una idea mas o menos hecha basada en el fracaso o el éxito que esos títulos han tenido en nosotros. Pero la clave de ese viejo adagio “Dame lo mismo, pero de modo diferente” reside en la manera en la que esa misma historia es narrada. Un buen trabajo interpretativo puede salvar a una película del terreno de lo predecible hacia lo llevadero, y ese es el caso de El Último Amor.
¿Como esta en el papel?
Matthew Morgan (Michael Caine) es un profesor de filosofía retirado que lleva viviendo en París los últimos tres años. Recientemente, Matthew ha perdido a su mujer a causa de una larga enfermedad, que como podrán imaginar lo tiene muy de capa caída. Todo esto cambia cuando un día, en un colectivo, conoce a Pauline (Clemence Poesy), una joven profesora de baile con la que entabla una amistad que de a poco le devuelve la luz a su vida. Dicha alegría se verá interrumpida por la llegada de sus hijos, quienes sospechan que Pauline tiene otras intenciones para con su padre.
La fuerza del guion obviamente son las muy trabajadas interacciones entre sus personajes. Tiene un subtexto bastante rico que habla sobre el amor, mas precisamente sobre el concepto de darlo todo por una persona, y como cuando esa persona se va, uno se siente hasta incapaz de abrir su corazón a nadie mas. No obstante, la película es lo suficientemente inteligente para dejar en claro que esto no se limita exclusivamente al amor romántico, sino que se aplica al amor por los hijos y por esas personas cuyas presencias nos aclaran las cosas cuando no vemos mas que oscuridades. Aunque tiene un desenlace predecible y forzado, el saldo final es definitivamente satisfactorio por el recorrido que hacemos con el protagonista.
¿Como está en la Pantalla?
La película esta sobriamente filmada, con una puesta de cámara muy bien pensada que corta solo cuando tiene que hacerlo. A esto debemos sumarle una apropiada banda de sonido que sabe subrayar apropiadamente los momentos dramáticos.
Por el costado actoral, si esta película vale la pena es definitivamente por la sentida actuación de Michael Caine. Su gran rango interpretativo es lo que sostiene la película desde el principio hasta el final. Aunque párrafo aparte merece Gillian Anderson como la insoportablemente desconsiderada hija del personaje de Caine.
Conclusión
El Último Amor es una película sobria, sentida y decentemente narrada. Si desean ver una gran interpretación de Michael Caine, tal vez no quieran dejarla pasar. Un trabajo actoral que da gusto ver.