Un héroe al borde del ridículo
Sería fácil echarle la culpa a Van Helsing con Hugh Jackman y a toda una corriente posterior de caza vampiros presentados a través de efectos especiales de última generación. Pero el último cazador en el rubro es más berreta, soporífero y poco lúcido con su facha de guerrero de la Edad Media que, trasladado a estos días, sigue con la obligación de asesinar demonios de diversas formas. En todo caso, hay varios responsables de semejante mamarracho, empezando por el ineficaz Breck Eisner (Sahara; The Crazies) en la dirección, dispuesto a creer que con un par de peleas bien filmadas se puede sostener una trama. Ya de por sí, vaga e insulsa, la historia de El último cazador de brujas presenta a Kaulder, encarnado por Vin Diesel, que no agrega demasiados matices actorales a los ya de por sí "exigentes roles" de Riddick y el fatigado Dominic Torello de la saga Rápidos y furiosos.
Sin embargo, cargarle con toda la furia al actor pelado sería un camino fácil para destruir al cazador del pasado y el presente. En todo caso, la cuestión pasa por la impericia del director en construir un film menos que básico, sustentado exclusivamente en las escenas de acción, decidido a no ir más allá de un entretenimiento de manual de iniciados donde se tiran datos sobre la Edad Media como si fuera un programa de preguntas y respuestas de la televisión vernácula y, durante la segunda mitad, recurriendo a una sobreexplicación de los hechos donde al espectador se lo trata de poco o nada inteligente.
Cabría plantearse qué hace el gran Michael Caine dentro de semejante engendro, también Elijah Wood, y por qué no, la colorada Rose Leslie de Games of Thrones. Ah, esos cruces e idas y vueltas genéricas aun sin sustento entre el lenguaje del cine y la televisión….
En cuanto a Diesel y sus facultades interpretativas, nada mejor que recordar la anécdota/frase de Groucho Marx yéndose rápido del cine donde se exhibía Sansón y Dalila (1950) con Victor Mature y Hedy Lamarr. "Nunca veo películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína", expresó el inefable y verborrágico cómico con su habano.