El regreso a los tiros de un "viejo" Schwarzenegger
El último desafío constituye el regreso al cine de Schwarzenegger, después de diez años de ausencia (actuó en 2003 en Terminator 3 ), dedicado a gobernar el Estado de California por imperio de la política farandulera, que no le reportó grandes beneficios. Pero a pesar del título, con seguridad no será su última aparición en el cine.
Interpreta a Ray Owens, sheriff de Sommerton, un pueblo de Arizona cerca de la frontera con México. Durante algunos años cumplió funciones en la división narcóticos de la Policía de Los Angeles, pero prefiere la tranquilidad de Sommerton, donde los delitos son poco frecuentes.
Pero los imprevistos acontecimientos derivados de la fuga de un narcotraficante mexicano lo vuelve a colocar en el centro de la acción. El sujeto se llama Gabriel Cortez, quien logra escapar de manera espectacular mientras algunos integrantes del FBI, conducidos por el oficial Bannister, lo trasladan a otra prisión.
El propósito de Cortez es cruzar la frontera a través de un paso cercano a Sommerton y para ello cuenta con el apoyo incondicional de sicarios armados hasta los dientes. El viaje lo hace en compañía de una rehén, montados sobre un Corvette ZR1 que desarrolla altas velocidades.
La historia se sostiene básicamente sobre la acción de cuatro personajes: el sheriff Owens, el oficial Bannister, Cortez y su jefe de la logística, cuya tarea es "limpiar" el camino para que el narco pueda cruzar la frontera sin contratiempos.
Los acontecimientos se suceden sin interrupción, salvo un breve amague de romance. Hay muchísimos tiros y obviamente también muchos muertos. A Owens/Schwarzenegger le cuesta un poco mantener el ritmo. Cuando alguien le pregunta cómo se siente, responde: "viejo".
El último desafío no es estrictamente un western, pero toma prestados muchos elementos del género. La virtud del coreano Kim Jee-woon es haber combinado sin prejuicios los recursos del western con variantes del policial y el cine de aventuras.
Un poco al estilo de los filmes del Oeste de Walter Hill y de Río Bravo (1959), de Howard Hawks, quien dijo en una ocasión que "la forma más elevada del drama es un hombre en peligro y empecinado en sobrevivir". En este caso, en un mundo dominado por los nuevos bárbaros.
Y aunque posee un aliento menos épico que los clásicos del Oeste, El último desafío recupera varios de los mitos del género, incluido el sheriff. Un poco degradado y autoparódico, es cierto, pero que sabe asumir su juramento y conserva intacta su vocación de héroe, en momentos en que la valentía es un valor casi olvidado.
Entre los momentos más audaces desde el punto de vista narrativo se pueden destacar, además de la fuga, las piruetas que el narcotraficante ejecuta con su automóvil y la secuencia ambientada en un maizal, que es todo un hallazgo, más allá de las obvias exageraciones.
Una cuestión algo curiosa es la presencia de un elenco multinacional, porque junto a los varios norteamericanos, aparecen el español Noriega, el sueco Stormare, el brasileño Rodrigo Santoro y el portorriqueño Luis Guzmán, cuyas actuaciones están siempre en función de la historia y las numerosas concesiones al espectáculo fílmico.