La convalidación del honor
En este 2013 que recién comienza se dará una situación muy particular como pocas veces hemos visto: los tres principales directores coreanos ofrecerán en el transcurso del año su debut hollywoodense. Más allá de que Park Chan-wook, Bong Joon-ho y Kim Ji-woon formen parte de la misma generación de realizadores que no sólo pusieron a Corea del Sur en el ojo del panorama internacional sino que además nos regalaron mucho del mejor cine que circula en la actualidad, llama poderosamente la atención esta simultaneidad en lo que se refiere al desembarco en Estados Unidos de este glorioso trío de estetas de la violencia.
Si bien propuestas como Stoker (2013) y Snowpiercer (2013) a simple vista parecen más acordes a la sensibilidad de sus respectivos responsables que El último Desafío (The Last Stand, 2013), todo prejuicio desaparece al contemplar el maravilloso film resultante. Esta suerte de remake de A la Hora Señalada (High Noon, 1952), modelo “convalidación del honor” a la Río Bravo (1959), mantiene un tono similar -aunque mucho más conservador- al de The Good, the Bad, the Weird (Joheunnom Nabbeunnom Isanghannom, 2008), el otro exponente de Kim Ji-woon en el terreno del spaghetti western con chispazos de comedia.
Diez años después de Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003), estamos ante el regreso a la actuación de Arnold Schwarzenegger luego de su paso por la política, un hecho fundamental para el convite en cuestión: lejos de la autoparodia de Los Indestructibles (The Expendables, 2010) y su secuela, aquí el pulso narrativo plácido que definitivamente deseaba el inefable Arnold para su “héroe ajado”, encuentra un complemento perfecto en el preciosismo de la fotografía, los personajes encantadores y en especial la escalada de tensión que administra el gran cineasta asiático.
La película rinde homenaje a su protagonista, dispara diálogos que se sienten naturales y se toma a sí misma en serio cuando debe hacerlo y afloja mínimamente las cuerdas en los momentos precisos, en donde la carcajada está muy bien insertada en función de diversos detalles contextuales (la excelente balacera del final constituye un inmejorable ejemplo al respecto). Para aquellos que aún no conozcan la historia, sólo diremos que se centra en el escape de prisión de Gabriel Cortéz (Eduardo Noriega), un “lord de la droga” que conduce a toda velocidad un Corvette C6 ZR1 por rutas desérticas hacia la frontera con México.
El problema principal es que el señor debe atravesar el pueblito de Sommerton Junction, cuyo Sheriff Ray Owens (Schwarzenegger) no verá con buenos ojos el asesinato de uno de sus ayudantes a manos de los secuaces de Cortéz y eventualmente decidirá tomar cartas en el asunto. Entregando un “punto intermedio” entre la sutileza de A Tale of Two Sisters (Janghwa, Hongryeon, 2003) y el gore de I Saw the Devil (Akmareul Boatda, 2010), Kim consigue la proeza de salir airoso del doble reto de satisfacer a los fans acérrimos del cine de acción y redondear un convite estilizado que no traiciona su idiosincrasia individual…