Rashomon medieval
El film escrito por Matt Damon, Ben Affleck y Nicole Holofcener sigue la estructura de la clásica película de Akira Kurosawa al narrar un crimen a través de perspectivas contradictorias.
Ridley Scott inició su carrera como director con la excelente Los duelistas (The Duellists, 1977). Aquella crónica de la rivalidad y el capricho masculino es fundamental en El último duelo (The Last Duel, 2021), su película más reciente. Pero la influencia definitiva en el guión de Matt Damon, Ben Affleck y Nicole Holofcener mana de Rashomon (1950), reconstruyendo un relato fatídico - el feudo entre dos hombres y la violación de una mujer - a través de perspectivas contradictorias.
Ambientado a fines del siglo XIV y basado en hechos reales, el film muestra el comienzo del duelo climático - el último en la historia en ser sancionado legalmente en Francia - y luego retrocede en el tiempo para contar la versión de los hechos según Jean de Carrouges (Matt Damon), un impetuoso guerrero. Para cuando comienza la versión del carismático escudero Jacques Le Gris (Adam Driver), de nuevo desde el principio, descubrimos que los hechos en sí no se contradicen, pero es la perspectiva individual la que cambia su esencia, los tiñe de significado y tiende a justificar las acciones de la persona. Las mentiras de Carrouges y Le Gris nacen de las limitaciones de su bruto dogma y no tienen nada que ver con la astucia. No pueden ver otra cosa.
La idiosincrasia del guión resulta en tres versiones de la misma historia contadas en sucesión y con suficientes cambios en cada una como para mantenerlas interesantes. Pero para cuando el relato ha reiniciado una tercera vez desde la perspectiva de Marguerite (Jodie Comer), la esposa de Carrouges que acusa a Le Gris de una violación (que él niega), la ambigüedad de la historia ha desaparecido. En una decisión moralmente impecable pero dramáticamente enclenque, la película elige una de las tres versiones de la realidad como la definitiva mucho antes del clímax del duelo.
Quizás es una decisión adrede restarle poder catártico al duelo, que a ojos del público medieval definiría la verdad según la voluntad de Dios, pero para una audiencia moderna sólo importa como espectáculo. Ridley Scott entiende algo de pan y circo y escenifica un combate crudo y violento, con especial atención al fragor del acero y el tintineo de las cotas de malla, así como alguna que otra escena de batalla encarnizada a lo largo del film. El cruento realismo del combate contrasta con una puesta en escena en ocasiones menos convincente, con detalles anacrónicos o descuidados mechando los diálogos y las actuaciones.
Damon y Driver componen a sus odiosos guerreros cargados de ultraje, y del lado de Le Gris también sobresale el noble libertino Pierre (Ben Affleck, canalizando gustosamente el hedonismo yuppie), pero la estrella de la película y la heroína de su propia historia termina siendo Jodie Comer. La trama representa honestamente el trato y lugar de la mujer en una época donde era poco más que la posesión de su marido - canjeada por tierras, encerrada en un castillo y con la obligación fiscal de parir un heredero - y un crimen contra ella era un crimen contra el hombre. Limitada y humillada por un sistema nefastamente patriarcal, el guión no traiciona nunca esta realidad y la trata como la víctima que es. Pero aún a través del sufrimiento y con la poquísima acción que se le permitiría, la actriz encuentra la forma de comunicar su fuerza interna y el sosiego de su determinación.