Nuevos Aires
A decir verdad el trailer de El Último Elvis me había comprado desde el primer momento en que lo vi y para continuar sentía una inquietud bastante importante por ver que tipo de cine nos iba a plantear el Armando Bo Jr., siendo hijo de Victor y nieto de Armando, con todo este bagaje llegue al cine a ver su ópera prima y debo decir que me alegra enormemente el resultado final de su obra.
¿Porque siento alegría? Preguntará el lector, porque hay un nuevo cineasta argentino que promete y mucho.
El Último Elvis retrata la vida de Carlos (o Elvis como se hace llamar) un imitador del rey del rock´n roll que se encuentra en un punto culmine de su vida. Carlos (John Mc Inerny, catalogado como el mejor imitador latinoamericano de Elvis) camina todo el tiempo en el terreno de la decadencia y está siempre al filo del abismo del patetismo y ahí es donde radica la grandeza con que Bo lleva el relato porque desde el argumento y desde la puesta de cámaras el director no juzga en ningún momento al personaje y eso se transmite directamente al público, en El Último Elvis no hay nada en lo puramente narrativo que nos haga juzgarlo y si el espectador termina haciéndolo es por proyectar sobre esa realidad y ese personaje algún sentimiento profundo, latente.
Armando Bo crea una cámara fisgona y al mismo tiempo una "cámara moral", una cámara que se debate todo el tiempo entre mostrar y no mostrar, entre juzgar y no juzgar las acciones personales de Carlos, una cámara que se esconde, que se acerca silenciosa, que deja de lado los encuadres académicos en pos de la construcción del retrato de este hombre que sufre la mayor pena que una persona puede sufrir, Carlos está encerrado en una vida que no es su vida, y ahí hay una esposa, Priscilla (Griselda Siciliani) y una hija llamada Lisa Marie (Margarita López). A pesar de alimentar su mundo interior y sus deseos con sus nombres ellas dos no pertenecen a su mundo, él las desconoce, se desconoce y lucha entre este don de tener "SU voz" como el afirma y no poder tener "SU vida", esta lucha se aclara más cuando Elvis sube al escenario, ahí en ese que es su reino la "cámara moral" desaparece y se transforma en plano secuencia que gira alrededor del ídolo como atraído por su propia órbita, en ese momento, nada más existe, sólo él y su enorme pasión, pasión que John Mc Inerny transmite como nadie.
El final como resolución del conflicto es otro elemento a destacar, algún que otro critico no lo entendió por lo que pude ver, tal vez se fueron antes, tal vez olvidaron que el primer fotograma de una película y el último son esenciales para entender cualquier film, de todas maneras esto Armando Bo lo tiene claro y eso es lo importante, que el realizador lo tenga claro, por eso el último fotograma de El Último Elvis es fundamental para entender los últimos 10 minutos, para comprender que pasó o no pasó en Graceland (que dicho sea de paso se recreó de manera sublime desde el arte).
El Último Elvis además de ser una gran película es una promesa, un lugar donde poner fichas en el futuro, esperemos que todo esto que generó no haga agua y que Armando Bo siga por este camino, su camino.