Hace unos años me toco escribir sobre lo que ahora es la primera parte de lo que en más, seguramente, será toda una saga.
Este hecho en sí mismo es toda una negación de lo que reza el título del filme, dirigido por otro director y haciendo que el último ya sea el inicio.
Esta nueva producción sólo es generado por la buena recepción de publico que tuvo la primera, y se tardaron un poco para tratar de sacar réditos económicos al resultado obtenido. Tardaron, pero lo hicieron.
Dos de los personajes son los que sobrevivieron de la primera parte y son interpretados por los mismos actores, y si en aquella sorprendía la actuación de Ashley Bell, como Nell, la niña poseída, en esta es menor el compromiso corporal y un poco más trabajado lo expresivo desde el rostro, pero no alcanza.
El segundo personaje que se repite es el padre de la criatura, Louis (Louis Hertum), que hace más de los mismo, repetición pura.
Pero todo esto no estaría del todo mal si se hubiesen tomado el trabajo de hacer algo con respecto al guión intentando que saliera de la mediocridad general.
La historia se centra en que, luego de que la situación se convirtiera en algo inmanejable durante la grabación del último exorcismo realizado por el Reverendo Cotton Marcus, la existencia de Nell no retornará a su cause normal.
Rescatada de la masacre, supuestamente como única sobreviviente, es internada para hacerla retornar a la realidad cotidiana.
Nell se sorprende al verificar que lagunas temporales en su registro mnemónico. Se siente incompetente para recordar los hechos acaecidos en los que subsistió al acontecimiento que devastó con su familia. Cuando cree que el pasado quedo atrás y siente estar progresando, el tenebroso y nunca bien ponderado, el mal ha regresado.
El pasado fue sólo el origen, ahora ésta nueva influencia maléfica aparece nuevos objetivos y un método todavía más espantoso que en su primer tentativa.
Sola, pero no tanto, el coordinador masculino de la casa refugio, todo un santo, busca ayudarla tratando de convencerla que todo se encuentra en su imaginación.
Nell se obligará a atinar con la forma de enfrentar su propia condena con la ayuda de otras tantas niñas desvalidas.
Todo es un conjunto de clichés, de lugares comunes, mil veces visto, utilizando exabruptos sonoros en los momentos indicados para hacer sobresaltar a la concurrencia, ni la música, ni la dirección de arte, ni la fotografía, especialmente ni el guión, muestran algo original.