Exprimiendo al demonio
Hay algo contradictorio en que un film que lleve la palabra último en el título tenga una segunda parte. Aunque un último exorcismo pueda estar dividido en muchas partes, está claro que igual se ve bastante feo cuando esas partes no fueron anunciadas desde el comienzo.
Por:
Santiago García
Este no temor al ridículo en realidad es un llamado de atención para la arbitrariedad y la falta de seriedad de quienes han encarado el proyecto. Como era de esperarse, un film de factura humilde y de estética que coquetea con el registro documental, se convierte en su secuela en un film de ficción completamente estándar, esto no sólo arruina la esencia de la idea original sino que además le quita su única gracia. Poco se puede hacer para interesarse por esta segunda parte. Y aunque la protagonista vuelva a ser la misma (Ashley Bell) y algunas de las imágenes que se hicieron marca reconocible de aquel film, en particular la contorsión del cuerpo, vuelvan a aparecer, todo huele a forzado, a ridículo, a notoriamente gratuito.
Hay que admitir que los giros que la trama da son tan insólitos que resultan algo simpáticos. El disparate siempre llama la atención. Pero claro, como el film original partía –valga la redundancia– de una idea original y buscaba prolongar su cinismo inicial con algunas ambigüedades finales, acá intentaron despertar al espectador de alguna manera. Aun siendo muy corta, aun sin llegar a los 90 minutos, será una proeza para cualquier espectador sostener con paciencia su lugar en la butaca hasta el final. El último exorcismo parte 2 tiene un destino muy diferente a su antecesora y muchas posibilidades de que, incluso por su título, nadie recuerde que alguna vez se hizo una segunda parte