Puedes correr pero no esconderte
Hay que asumirlo: No todas las películas acerca de exorcismos y poseídos dan en el blanco. Producida nuevamente por Eli Roth y dirigida esta vez por Ed Gass-Donnelly, El último exorcismo Parte II (The Last Exorcism Part II, 2013) se encuadra por varios motivos en ese tipo de films que no resultan ser lo que se esperaba.
Esta secuela de El último exorcismo (2010) partirá de donde se quedó la primera y luego con una Nell (Ashley Bell) tres meses después totalmente renovada (aunque con algunas pesadillas) que decide empezar a llevar una vida normal dejando atrás su pasado. Sin embargo, el mal vuelve a hacerse presente con un plan aun más horroroso. Será ella quien tenga que luchar para no caer de nuevo en las garras de Abalam, un poderoso demonio de Lucifer.
A diferencia de la primera entrega dirigida por Daniel Stamm, esta segunda parte cambia totalmente el enfoque del argumento, dejando la cámara en mano para convertirse en un relato más despersonalizado desde el punto de vista de la filmación.
Hasta el título debería haber cambiado para esta película. El último exorcismo hacía referencia a que un predicador lo practicaría por última vez en su vida para demostrar que todo es una mentira, mientras que aquí este nombre no se justifica en lo más mismo.
De esta manera, la originalidad de la primera película se esfuma cuando trata de seguir la evolución de Nell y su inserción en la vida social, para luego mostrar que el mal nunca se fue y ella debe resistirse a ser su víctima. Esto convierte a El último exorcismo Parte II en una película más de exorcismos que no se distingue de las otras del montón.
Lo que sí se destaca en medio de este argumento poco singular, es la actuación de Ashley Bell quien realmente denota un buen trabajo con el cuerpo y las expresiones, y algunas pocas escenas de sobresalto. El resto lo encontrarán calcado de otras producciones de este subgénero más que arraigado en la cinematografía estadounidense.