Una historia enigmática con vuelo propio
Rodada con cámara digital, con actores poco conocidos y con un mínimo presupuesto para los estándares del cine norteamericano (1.500.000 dólares), esta película dirigida por el alemán Daniel Stamm se convirtió en la gran sorpresa comercial (en pocos días ya recaudó 30 veces su costo) y, en varios aspectos, también en la revelación artística del cine de terror de los últimos meses.
Inspirado en Marjoe , corto ganador del premio Oscar en 1972 sobre los trabajos finales de un falso predicador pentecostal, este nuevo film tiene como protagonista al reverendo Cotton Marcus (Patrick Fabian), un cínico y desilusionado ministro de la zona de Luisiana que viaja para realizar su último trabajo de exorcismo. En realidad, su larga carrera como experto en la lucha contra las fuerzas diabólicas no ha sido otra cosa que una sucesión de hábiles engaños, manipulaciones, ilusionismos y sugestiones varias.
Pero, justo cuando este showman estafador está a punto de retirarse, se encuentra con un caso decididamente real: el de una adolescente embarazada y poseída por fuerzas demoníacas, más un posible incesto, más todo tipo de explosiones por parte de un padre alcohólico y un hermano violento, más la aparición de animales muertos, más ritos propios del vudú y una larga serie de otras amenazas. Todo esto, además, ante el atento seguimiento de unos realizadores que filman cada uno de sus pasos para un especial televisivo.
Atildado y sobrio
Es cierto que el film guarda no pocas similitudes estéticas y temáticas con otros recientes éxitos del género como Actividad paranormal, [REC] y, muy especialmente, con El proyecto Blair Witch y un clásico como El exorcista , pero esta producción de Eli Roth (responsable de la saga Hostel ) tiene vuelo propio, a partir de un sólido guión, una impecable utilización de los diferentes recursos narrativos (la cámara en mano o subjetiva), una lícita incursión en el falso documental y el found footage y un sobrio, atildado manejo de la tensión, del suspenso y, claro, de esos bien elaborados estallidos de terror truculento capaces de sobresaltar y conmover al espectador cuando éste menos lo espera.
Para el debate, en cambio, quedarán las múltiples interpretaciones posibles para la resolución del film, que ha generado ya incontables y acaloradas discusiones en el vasto universo de los blogs y de las redes sociales de Internet. Ya es tiempo, entonces, de que los cinéfilos argentinos se sumen a la polémica.