Decir que Daniel de la Vega es uno de los nombres fuertes del cine de terror argentino ya es una redundancia. Tampoco es exactamente una novedad que sabe explorar distintos subgéneros, vertientes y tópicos. Desde asesinos seriales hasta vampiros, nada escapa a su rango. En El último hereje se sumerge en la tradición del terror religioso. La primera secuencia, con el suicidio de un joven en un ambiente que parece sagrado pero resulta siniestro y asfixiante, sirve como puntapié de la trama y establece el tono. Luego la atención se centra en Juan Conte (Germán Palacios), un escritor famoso por su ateísmo. No por nada suele debatir con sacerdotes y rabinos, exponiendo argumentos sólidos y desafiantes. Su frialdad y seguridad en sí mismo desconocen límites, hasta que sufre un infarto. Sobrevive, pero con perspectivas un poco menos estructuradas. Entonces conoce a Miriam (Victoria Almeida), una enfermera que lo admira y comparte su falta de creencias. Comienzan una relación que corre peligro: son acechados por un individuo (César Bordón), que pronto es asesinado por una extraña figura. Buscando tranquilidad, Juan y Miriam se instalan en una casa de ella en el campo. Eso no significa que el autor pueda escapar fácilmente de la amenaza que lo persigue. El párrafo anterior presenta detalles de la primera mitad del film, incluso un poco menos. Contar más estropearía una experiencia angustiante, provista de detalles escabrosos y varios giros. Mencionar las producciones a las que remite seguiría dando pistas evidentes. Sí vale mencionar que De la Vega hace gala de su oficio para componer escenas aterradoras y revelar las tinieblas del ser humano. De hecho, es su creación más perversa y retorcida, superando a las ideas más inquietantes de Ataúd blanco. Gran parte del mérito también le corresponde a Germán Palacios (una nueva figura del género criollo, tras su actuación en Sangre Vurdalak) y Victoria Almeida. Ambos triunfan en el desafío de transmitir las oscuridades que atraviesan a los personajes. Más un thriller que una de terror, El último hereje plantea conceptos que nunca pierden vigencia, desde una óptica tenebrosa.
Religión y sacrificios presente en esta propuesta nacional de género que comienza con un intrigante disparador y termina por perderse en sus propios laberintos plagándose de lugares comunes y subrayados innecesarios.
La síntesis argumental dice: Juan Conte es un cínico y exitoso escritor de libros sobre ateísmo. Un trasplante de corazón salvará su vida, pero también será el inicio de una espiral infernal de horror y dolor, que lo hará presa del fanatismo y prisionero de la locura. Juan Conte (German Palacios) tiene como única amiga es su editora (Gloria Carra), sin embargo en el sanatorio entablará una relación con Miriam (Victoria Almeida), la enfermera con la que terminaran cruzando la linea “ética” entre profesional y el paciente. Es por eso que decide ir a la casa de campo de ella, para cursar el pos operatorio, sin decir nada a nadie. Es aquí donde cambia todo y se vislumbra el origen del relato en el filme
Daniel de la Vega se transformó en un verdadero especialista del género del terror pero en esta película profundiza mas allá de los límites de un encasillamiento, para formularse distintas expresiones sobre el bien y el mal, con raíces religiosas y desmesura. El realizador de films como “Necrofobia” y “Ataúd blanco”, con el guión de Sergio Esquenazi, se sumerge en un destino impredecible de un exitoso escritor ateo. Un hombre irónico, que vive con placer su fama y que disfruta de polemizar con rabinos y curas sobre sus creencias religiosas que él considera falsas y en definitiva irrelevantes. Un destino fortuito de salud, un transplante de corazón coloca al protagonista en un plano vulnerable y luego en un periplo de sufrimientos y horrores. Germán Palacios es un puntal fundamental en el film, con su entrega, sus sabios matices y su objetivo claro frente a lo fantástico y tenebroso que se desarrolla alrededor de su personaje. Muy bien el resto del elenco: Vicky Almeida, gran composición, Gloria Carrá, Cesar Bordón, Germán Silva. Lujosa producción y uno de los mejores filmes del director.
Juan Conte (Germán Palacios) es un cínico y exitoso escritor de libros sobre ateísmo. Vive en un mundo de certezas hasta que su corazón falla. Al despertar, se entera de que ha recibido un trasplante de corazón. Dicho trasplante le ha salvado la vida, pero también lo mete en un trama siniestra que destruirá todo aquello en lo que creía. El prolífico realizador de cine de terror, Daniel de la Vega, explora aquí el horror religioso con resultados desparejos. Logra algunos momentos sorprendentes, pero en general no consigue dar con el terror que sabemos se está proponiendo. La historia de beneficia cuando se parece más a Misery que cuando explorar elementos fantásticos. Germán Palacios no está nunca en tono con la película y eso le quita gran parte de su fuerza. Pero en resumen lo que falla es la posibilidad de ir más allá de los elementos más básicos del género. Para un director tan prolífico, una película fallida no es algo tan grave, pero teniendo mejores títulos, se vuelve más evidente en cada una de las escenas.
Rodada a cuarenta y ocho cuadros por segundo, en formato HDRF, se trata la presente de la primera película latinoamericana en este formato. “El Último Hereje” es la última visión del terror de un emblema del cine nacional, como Daniel de la Vega. Lo acompaña aquí un elenco de primer nivel: Germán Palacios, Victoria Almeida, Gloria Carrá, César Bordón y las participaciones especiales de Daniel Miglioranza y Héctor Calori protagonizan un film ensayo en donde interrogantes de corte metafísico se acumulan. ¿Recupera el individuo la fe al confrontar la muerte? ¿Somos todos herejes a nuestro modo? Se nos presenta aquí un auténtico dilema de fe, pergeñado por un virtuoso del arte de filmar. Una propuesta narrativa clásica alberga un relato que se presta a una arriesgada mirada sobre la culpa, el pecado y la redención “El Último Hereje” se conforma como una propuesta estética y conceptual sólida, en manos de un cineasta que jamás pecará de tímido. Sumamente atento a detalles que conforman una obra en múltiples capas, lleva a cabo a la vez un homenaje cinéfilo digno de mención: una sala denominada Empire proyecta clásicos como “El Séptimo Sello”, de Ingmar Bergman; un director de cine porno enciende la duda y luego se convierte en trágico titular de diarios; las paredes de un oscuro apartamento sirven para proyectar películas y colgar posters de “A Virgin Living Dead”, del inefable Jess Franco. Elementos en el diseño de vestuario y escenografía nos van dejando pistas que deberemos decodificar. Dios obra de la forma menos pensada, mientras De la Vega emula a Hitchcock y se viste de De Palma. Ver para creer… Un escritor ateo confrontando sus propias convicciones se convierte en el centro de una trama paranoica y delirante. Forma en función de contenido nos ilustra que el infierno puede cobrar la más inaudita de las formas. A lo largo de la historia, las pruebas nos demuestran que los más horribles crímenes han sido cometidos en nombre de Dios. Las instituciones pueden equivocarse, refrenda un eclesiástico. Creer o no creer, esa es la cuestión. No se puede trasplantar la fe. “El Último Hereje”, un thriller con marcados tintes religiosos, coloca sobre nosotros una considerable inquietud respecto a lo dogmático. De creencias estamos hechos, aun cuando la existencia se conforma de constante sublimación de propias convicciones y cuestionamiento de principios establecidos por ajenos. Cada matiz fotográfico elegido siembra sentidos. Milagros, apariciones, maldiciones o alucinaciones; el punto de vista distorsionado que asumimos nos invita a desconfiar. Amparándose en espacios cerrados bien explotados y personajes desdoblados en su identidad, la estética del entorno construye las formas demenciales del fanatismo y la conversión, al tiempo que el relato se plaga de guiños y referentes artísticos. Técnicamente impecable, la imagen ofrece un marco de calidad notable. De la Vega, experimentado realizador y autoridad absoluta, merced a obras como “Necrofobia” (2013), “Ataúd Blanco” (2014) y “Al Tercer Día” (2019), rinde culto a maestros de la talla de Jacques Torneur y Mario Bava. Reflexiona de la Vega, a través de este cínico y exitoso hombre de letras, compuesto con prestancia y solidez por parte de Palacios, acerca de la fe como propósito de vida. La alegoría cobra sentido, potenciando sus niveles estéticos echando mano de una valiosa caja de herramientas de horror y sugestión. Una exquisita implementación de angulaciones, encuadres y planos nos enseña el camino cuando el auténtico descenso a los infiernos se aproxima. Una prisión que no sabe de piedad alguna guarda bajo llaves un retorcido designio; el destino podría estar en manos de un desquiciado mortal. Sin embargo, la justicia divina no se ausentará: un salvador porta las mismas heridas y cicatrices que aquel quien lo negaba. Aquel que primero abofetea y luego consuela.
«Sin contrarios, no hay progreso. Atracción y rechazo, razón y energía, amor y odio, son necesarios para la existencia humana. De estos contrarios nace lo que el religioso llama el bien y el mal. El bien es lo pasivo que obedece a la razón. El mal es lo activo que brota de la energía. El bien es el cielo. El mal es el infierno.» William Blake Thrillers psicológico, policial negro, una de vampiros. Lo siguiente en la carrera de uno de los referentes de género en nuestro país tiene como centro temático esta vez lo religioso. En El último hereje, escrita por Sergio Esquenazi, Germán Palacios interpreta a Juan Conte, un cínico escritor que consiguió bastante éxito con sus libros sobre ateísmo. Tras sufrir un ataque al corazón, un trasplante consigue salvarle la vida. Cuando abre los ojos, consciente ahora de la finitud de todo, decide empezar a ver las cosas de otra manera, como queriendo buscar lo esencial, algo que su única amiga le instaba a hacer mientras se perdía entre polémicas y conquistas intrascendentes. Así es que se permite ahora conocer a una encantadora enfermera con la que desde una primera mirada parecen conectar. La primera parte de la película se encarga de retratar a este personaje y su cambio de perspectiva, no en sus creencias, donde permanece firme, pero sí al dejar esa postura de escritor arrogante y solitario. Lo ayuda la presencia de Miriam (Victoria Almeida) con quien todo parece ser demasiado lindo rápidamente. Pero esa especie de película romántica y superficial va sentando huellas de lo que sucederá después, cuando los dos pretendan un tiempo a solas y alejados de la ciudad en una casona de campo. El punto de inflexión sin embargo será otro, aunque se va sembrando antes a través de extrañas situaciones y sueños: cuando despierte secuestrado e intente entender el por qué. A partir de ese momento, sin necesidad de dar más detalles argumentales, el protagonista se ve obligado a enfrentarse y cuestionarse todas sus creencias. Quizás en un momento límite es más fácil ceder a la fe de que hay alguien, algo más. A lo mejor uno necesita creer que no quedó solo y abandonado. Germán Palacios parece una buena opción para el hombre que finge mucha seguridad pero en el fondo no está seguro de nada. Victoria Almeida es quien tiene el personaje más rico y le permite desplegar todo un abanico de matices. Ambos personajes son vulnerables de un modo muy distinto. Por allí ronda también Gloria Carrá con un personaje que termina prometiendo más de lo que el guion le permite, quedando algo desaprovechada. Es que si bien hay una historia rica y que da para mucha reflexión, se apuesta al efecto y se pierde intensidad dramática. Con una trama atractiva y algunas vueltas de tuerca interesantes, El último hereje no consigue del todo generar el impacto demoledor que la fuerte historia tiene capacidad de brindar. En la primera parte se regodea en una construcción pobre y artificial del romance (que a la larga le puede jugar a favor para la historia cuando los rostros se revelen) y más adelante en el efecto de lo escabroso por sobre la profundidad emocional. Se nota que hay un conocimiento por el género, se pueden ver muchas influencias pero no es suficiente. Tampoco ayuda la idea de rodarla en HFR, una técnica difícil de dominar que no siempre consigue dar esa sensación buscada. El resto de la factura técnica, la fotografía e incluso la música especialmente están bastante bien. El último hereje es una propuesta de género ambiciosa y arriesgada que en algún momento pierde su rumbo aunque se guarda un as bajo la manga hacia el final. La lucha entre el bien y el mal, y una muestra más de un género que sigue creciendo en el país y que está ávido por contar historias dispuestas a enfrentarnos con todos nuestros miedos.
Juan Conte (German Palacios) es un escritor reconocido, ateo y erudito en temas religiosos. Empeñado en demostrar que la religión judeocristiana no supera las pruebas de la veracidad se ve afectado por un problema de salud que lo envía al hospital. Tras ser operado conoce a Miriam (Victoria Almeida), una enfermera con la que comienza a salir. En medio del romance, y al mismo tiempo que conocemos la historia de él (pero no la de ella), un director de cine porno (César Bordón) acecha al escritor. La sangre se espesa cuando Miriam lo invita a descansar unos días en su casita de la costa. Esta película dirigida por Daniel de la Vega y ambientada en 2022, antes del mundial y con Messi en el PSG, toca temas como el fanatismo y la locura. Además, es excéntrica y lo justifico: hay una exageración típica del cine clase B y las películas gore, pero esta vez con una estética mucho más refinada y que, sumado al formato de 48 cuadros por segundo (con su mayor nitidez), componen un producto sólido y de mejor calidad de lo que estamos acostumbrados a ver en el género. Me llamó la atención la ausencia de banda sonora en algunas escenas, es una decisión arriesgada para un thriller, por lo general la música de fondo marca el camino del suspenso y tensiona al espectador; sin embargo, en El Último Hereje el silencio funciona muy bien gracias a la estética de la que hablé antes y a su impacto altamente visual. Con abundantes rojos, tanto en el vestuario y maquillaje de Miriam como también en el departamento del director de cine porno, la primera parte del film mantiene la mirada atenta y anticipa la peripecia posterior que pondrá en crisis las convicciones del protagonista. Con una sola objeción: el artificioso doblaje de pisadas llega a exasperar. Destaco la actuación de Victoria Almeida que, a mi parecer, supera a todo el elenco de actores ultra reconocidos. Siempre me quejo de los diálogos en el cine nacional, pues esta vez están muy bien. En ciertos momentos puntuales pueden pecar de un acartonamiento erudito que si bien construyen personaje quedan excesivos en la conversación. El único “pero” para El Último Hereje es que la línea narrativa, a mi consideración, no es lo suficientemente clara. Por momentos no se sabe bien hacia dónde va la historia y para mantener un buen suspenso siempre es mejor que el motivo sea claro. No vamos a condenarla por eso ya que el cine Hollywoodense está atiborrado de películas sin el menor sentido de la historia, por lo tanto, amadores seriales de thrillers con gore pueden ir tranquilos a verla que les va a gustar mucho; la dirección, los encuadres, la fotografía, los efectos y el maquillaje en las escenas sangrientas son realmente buenos. De yapa El Último Hereje cuenta con una escena final donde religión y monstruosidad aparecen combinadas de manera adorable. Ojalá puedan ir a ver esta peli que tiene todas las vibras de culto.
El último hereje Juan Conte es un divulgador del ateísmo de reconocimiento mundial. Luego de sufrir un infarto recibe un trasplante de corazón, y comenzará un cambio en su vida personal abriéndose a la posibilidad por primera vez de formar una pareja. Juan se verá envuelto en una espiral infernal de horror y dolor, en la que su visión de la realidad será puesta a prueba. El director Daniel de la Vega siempre estuvo asociado a la muerte: La muerte conoce tu nombre (2007), Necrofobia (2014), Ataúd Blanco (2016), Punto Muerto (2018)… y con su anterior película Al tercer día (2021) comenzó a indagar que podría haber más allá de ese mandato final. “El último hereje” parece un paso natural en esa búsqueda, combinando el horror, el fanatismo y la teología. La película está grabada en 48fps, lo que resalta el buen hacer a nivel fotografía con imágenes impactantes.
Terror y fanatismo religioso de Daniel de la Vega El director de “Al tercer día” se mete de lleno en una historia de fanatismos religiosos que trae lo mejor de este género a escena. Presentada en el festival de cine de Mar del Plata, El último hereje (2022) sigue todos los tópicos de este subgénero del cine de terror que tiene una larga tradición en la pantalla internacional. Desde El bebé de Rosemary (Rosemary's Baby, Roman Polanski, 1968) hasta la saga de El conjuro (The conjuring, James Wan), lo sobrenatural se presenta ante un personaje descreído y falto de fe que, en un momento determinado, queda tan anonadado por las circunstancias como el espectador. El descreído aquí es Juan Conte (Germán Palacios), un escritor de libros que profesa el ateísmo y tiene el libro “La muerte de Dios” de Nietzsche en un lugar privilegiado de su biblioteca. Un mal día sufre un infarto y es sometido a una operación de corazón que le salva la vida pero, a la vez, lo condena a un derrotero espiritual muy particular. Daniel de la Vega disfruta del terror fantástico en todas sus dimensiones. Las tramas y subtramas de sus films parecen una excusa para desplegar su ingenio visual para la puesta de escena y creación de imágenes surreales. En ese tour de force demencial, sus protagonistas, sea Germán Palacios o Luis Machín (Necrofobia) o Osmar Núñez (Punto muerto) o Julieta Cardinale (Ataúd Blanco), parten de la cordura en un viaje sin escalas a la locura siempre impactados por una revelación final. Y aquí esa revelación es sublime. El último hereje sigue todas estas lógicas narrativas para zambullir al espectador en un descenso a los infiernos muy singular, con una gran actuación de Victoria Almeida que se transforma para la ocasión.