El fin de los tiempos
Rodrigo Vila es un director argentino que se especializa más en el ámbito del documental, pero decide crear un proyecto de ficción sumamente ambicioso, con dos estrellas internacionales en su elenco como son Hayden Christensen y Harvey Keitel.
La película logra ubicarse en un contexto apocalíptico donde una tormenta puede llevarse el protagonismo de lo que sería el fin del mundo, o al menos eso suponen los ciudadanos. En un comienzo plagado de dudas se presenta al ex militar Kurt Matheson (Christensen), con un claro trastorno de estrés post traumático. Éste es el dilema clave de todo el film, qué es lo que pasa realmente y cuáles son las imaginaciones de Kurt.
Ahí conocemos a Noé (Keitel), una líder espiritual al cual -en tiempos de guerras- muchos se aferran. Hábil en los diálogos y la forma de relacionarse, un personaje bien escrito con matices oscuras como cualquier pastor polémico.
Una propuesta estética que genera un ambiente entre comiquero y bizarro, hace que la fotografía tenga el visto bueno en el género apocalíptico. No lo favorece el guion, o las decisiones que toma el director empastando el film con una voz en off constante, que además de subestimar al público, aburre muchísimo. Varios hilos o situaciones que genera luego quedan inconclusas o directamente incoherentes.
Las actuaciones por su parte hacen un buen trabajo, sobre todo Christensen que se carga la película al hombro. Y también la argentina Liz Solari genera un personaje exótico con su cabellera colorada y sorprende con una pronunciación excelente en inglés, el idioma recurrente.
El último hombre es una película interesante desde el planteamiento estético y la premisa, con actores y actrices de renombre, pero las decisiones por parte del director no fueron las mejores, lo cual imposibilita su punto máximo con respecto a su potencial.