En el cuarto episodio de #SePicó el Emi habla de Mamá mamá mamá, película presentada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Y además de conversar con su directora Sol Berruezo, cuenta con una nueva invitada especial: Maru Panelo. Pónganse cómodos.
No perdonarás En el medio de un contexto de crisis como el actual, en los barrios se siente el doble y quienes tienen locales o -como en este caso- bares/restaurantes quedan a la deriva para mantener no solo el alquiler, sino las diferentes deudas que se empiezan a apilar con los diferentes proveedores. Nati (Martina Krasinsky) es la rebelde de la familia, quien junto a su hermano (Sebastián Chavez) intentarán sacar la situación adelante cometiendo pequeños actos delictivos pero, por falta de contención, quedan inmersos en un grupo de delincuentes que lidera Yuca (Daniel Aráoz). El film comienza mostrando la realidad económica que viven en el barrio, sumado a un lunfardo que por momentos está muy bien recreado y por otros algo inverosímil. Todos están armados y el límite entre la vida y la muerte se vuelve algo mínimo, esto le permite generar un buen clima de tensión y suspenso para con los personajes. Lo mejor de la película es la espléndida interpretación que nos ofrece Leticia Brédice, un papel que le calza a la perfección, logra que nos metamos dentro de la pantalla y vivamos sus situaciones. El resto del elenco cumple con lo requerido para solidificar el film. Por otra parte, el guion tiene diferentes incoherencias y pasa de un lado a otro sin retomar puntos ni circunstancias que parecían claves, a su vez, es sabida la dificultad que conllevan las escenas de acción y por eso no se logra resolver de la mejor manera. Se deja llevar por un suceso final donde comienza el climax pero no se vuelve del todo efectivo. Tanto la fotografía como el sonido le aportan mucho a la narración.
Homenaje burlón a la generación VHS Carlos Ameglio volvió a dirigir en pantalla grande, ya que lo último había sido Psiconautas, una serie para televisión que resultó de mucho éxito. Esta vez se sitúa en Uruguay, precisamente en el año 1980. Curiosa decisión de encarar un proyecto de época en donde recrear todo suele ser un trabajo difícil de realizar. Reúne a un buen equipo de comedia, con Martín Piroyansky al mando, detrás un Nicolás Furtado descontracturado, y el siempre confiable Daniel “Amo del Universo” Aráoz. Porno para principiantes comienza bien, con una buena premisa que pone al cineasta (Piroyansky) entre la espada y la pared: debe dirigir una película porno para poder costear los gastos de su matrimonio. Entra en escena Ashley (Carolina Manica), una reconocida actriz del cine erótico que seduce a quien pasa por al lado. La película es entretenida los primeros cuarenta minutos, donde el protagonista comienza a resolver junto a su amigo las diferentes bizarreadas que imaginamos en ese universo. Lamentablemente cae en la segunda mitad, donde agarran la cámara y simulan filmar, perdiendo la frescura y toda espontaneidad. La fotografía tiene momentos notables donde realmente se luce y por momentos usa un lente que deforma a los costados, dándole un dote artístico favorable. Las incoherencias narrativas del guion vuelve el relato fallido en los momentos decisivos.
Al infinito y más allá El director estadounidense James Gray (The Lost City of Z, Two Lovers) se encarga de llevar a Brad Pitt al espacio en su nueva película, Ad Astra. No solo como protagonista, sino como productor, el reconocido galán que viene de romperla en Once Upon a Time in Hollywood, remarca su buen momento estableciendo un papel memorable. La historia está contextualizada en un futuro cercano y se centra en Roy McBride (Pitt), un astronauta que recorre diferentes mundos con el fin de serle útil a la ciencia y por sobre todas las cosas, encontrar a su padre, al quien creen muerto en una expedición a Neptuno. Ad Astra se podría catalogar bajo el género de ciencia ficción, aunque mucho no importen las diferencias y etiquetar a las películas no las ayudan en nada, ya que también podría ser drama, suspenso, aventura y hasta una road movie. Lo que vale la pena es valorar el trabajo técnico a la hora de narrar la historia que sorprende por su fotografía y sus impactantes imágenes espaciales, que logra generar sensaciones puntuales como es el vértigo. Cabe destacar que el sonido está trabajado de manera formidable y por eso es recomendable que sea vista en una sala con la mejor instalación posible. El guion está bien pero por momentos se puede pestañear largo por silencios y duraciones de planos que son entendibles para el relato pero desgastan la mirada crítica hacia la ciencia, la política y la forma de trabajar de Estados Unidos. Por último, Brad Pitt transmite la soledad y el sufrimiento como nunca antes en su carrera, es un personaje completamente introspectivo que se va dejando llevar por sus emociones a medida que el film avanza. Es un trabajo excelente de Gray, como lo viene siendo en toda su filmografía, y ya deberíamos reconocerlo por el nombre y apellido como uno de los grandes directores de la época.
Pesadilla de ver Pesadilla al amanecer (Ressvet su título original) es la ópera prima de Pavel Sidorov. Cuenta la traumática vida de Sveta (Alexandra Drozdova), una niña que al nacer pierde a su madre, quedando a cargo su tía y hermano mayor. El film recorre diferentes capas de tramas y líneas temporales a través de los sueños, lo cual se vuelve un recurso interesante pero agotable. La película cuenta con recursos formales de primera, con una fotografía imponente que llama la atención al ser un producto de bajo presupuesto. El sonido y el montaje se entrelazan de muy buena manera en la primera media hora pero luego decaen como todo el argumento. Por ejemplo, la repetición de inserts que relentizan el film y lo vuelven hasta absurdo. El problema de Pesadilla al amanecer parece recaer en el guion, el cual queda sin ideas, agrega diferentes personajes que no son trascendentes para la narración y juega con los sueños de manera que pueda resolver todo de un sopetón. Muchas historias y situaciones que se dan para abrir la trama quedan inconclusas, como también las resoluciones que no fueron advertidas en ningún momento y se las presentan como falsas revelaciones. Las actuaciones van en el mismo curso que el libreto, terminando de cerrar un producto fallido. El director abrió tantas puertas que se le hizo imposible cerrarlas en 90 minutos, deja la sensación de que faltaran escenas, por la inconexión de las que se encuentran en la totalidad de Ressvet.
Detrás de Tierra Media El multipremiado director finlandés Dome Karukoski sale de su país para enfocarse en recrear la vida de John Ronald Reuel Tolkien, más conocido como J.R.R. Tolkien, quien fue el creador de novelas fantásticas como El Señor de los Anillos y El Hobbit. Esta biopic recalca los principios del escritor, desde su infancia, pasando por la adolescencia y la adultez. Nicholas Hoult (X-Men, La Favorita) es el encargado de ponerse en la piel del protagonista y lo hace de una manera fenomenal. Desde hace unos años viene demostrando su capacidad actoral y en esta película lo remarca en cada aparición. Lo acompaña de igual manera Lily Collins (Okja) que interpreta a la potencial esposa. La época está recreada de manera completamente verosímil, lo cual hace que el espectador se meta de lleno en la historia a contar y no en detalles que hagan ruido dentro de cuadro. Con lo que respecta al guion, Stephen Beresford y David Gleeson, hacen un buen trabajo con diferentes líneas temporales que nos llevan desde la adultez a la adolescencia -o viceversa-. De esta forma genera un dinamismo narrativo y de montaje aportándole un valor agregado a este tipo de largometrajes, que suelen ser más bien lineales. Por momentos una buddy film, demostrando su lado más aventurero con los amigos del colegio, y por otros una comedia romántica con prohibiciones religiosas de ese entonces. Pero lo más interesante es este desentrañamiento para conocer más sobre Tolkien, cómo llegó a crear un idioma, qué estudió, cómo profundizó sus pensamientos y qué vida tuvo. Cualquier fanático de sus libros o de las sagas de películas que se crearon con ellos, van a disfrutar esta biografía sobremanera, queriendo volver a leer y ver todo lo que salió de la cabeza de J. R. R. Tolkien.
El juego de las monarcas Cómo poner en juego la monarquía en Europa en el 1560 fue la difícil tarea del director Josie Rourke y para eso contó con una dupla actoral femenina de primera línea como lo son Saoirse Ronan (Lady Bird) y Margot Robbie (I, Tonya). Además de encarar un proyecto con una tarea exhaustiva por parte de la dirección de arte. La historia se centra en María (Ronan), la reina de Francia que vuelve a Escocia tras quedar viuda siendo apenas una adolescente donde busca encontrar pareja para poder tener un heredero del trono, no solo de lo que ella se encarga sino también de Inglaterra, donde por ahora se encuentra al mando su prima Elizabeth I (Robbie), pero que por el momento no tiene pareja ni hijos y esto determinará quien se queda con todo. Por momentos con tintes similares a Game Of Thrones, por una época muy antigua donde se pone en juego la política de boca en boca que define puestos, planes, emboscadas y traiciones. Un interesante -y explamado- plano sexual por el cual ambas reinas buscan al padre del hijo que deben engendrar, pero que pierde verosimilitud por momentos y nubla al espectador a creer en las acciones que llevan a cabo. Un trabajo actoral impecable de parte de ambas protagonistas, que se comen la película, a pesar de prácticamente no compartir escenas. Esto está complementado a la perfección con los encargados de vestuario y maquillaje que supieron estar a la altura. Dato no menor es que tuvieron su reconocimiento siendo nominados al Oscar por dicha área. El personaje encarnado por Margot Robbie está tan trabajado que ni siquiera se percibe que es ella. Lo más flojo parece ser el guion, que no se las arregla para volver la trama entretenida ni empática, por lo que no afecta lo que le pase a los personajes dentro de la narrativa. Las dos reinas es una biopoc más de época monárquica antigua que se vuelve olvidable sin tener en cuenta los aciertos nombrados anteriormente.
Yo, mi mujer y mi mujer muerta es la nueva película que protagoniza Oscar Martínez (El Ciudadano Ilustre, Relatos Salvajes), está dirigida por el español Santi Amodeo, conforma una co-producción española-argentina. Bernardo (Martínez) es un arquitecto exitoso y catedrático de la UBA, con aires de grandeza y una soberbia que rebalsa por sus poros. El film comienza con el argentino enterrando a su difunta esposa, a pesar que ella pidió que la quemen y esparzan sus cenizas en un sitio específico de España. Luego de un suceso totalmente inesperado, él decide cumplir el último deseo de su amada y eso lo lleva a viajar al lugar de origen de Cris, su mujer. Allí conoce a Abi (Carlos Areces) y Amalia (Ingrid García Jonsson), quienes lo ayudan en el viaje de encontrar el lugar requerido para poder terminar con el duelo.
Nardo trabaja cuidando autos en el garage “La Alborada” y su vida es rutinaria. De día mantiene sus formas como cualquier persona, pero de noche aprovecha para conocer autos a los que jamás podría acceder.
Conduciendo a Don Shirley Tuvieron que pasar muchos años para que se lo reconozca a Peter Farrelly (Tonto y Re Tonto, Irene yo y mi otro yo). Por suerte el momento llegó y es de la mano de Green Book, una película basada en una historia real que representa los 60 donde las diferencias étnicas estaban extremadamente marcadas. Está protagonizada por Viggo Mortensen y Mahershala Ali, ambos nominados para los Oscar como actor principal y de reparto respectivamente. Tony Lip (Mortensen) es un inmigrante italiano que vive en Estados Unidos, tiene varios prejuicios instalados que nunca replanteó y se queda sin trabajo. En la búsqueda aparece la oportunidad de ser el chofer de Don Shirley (Ali), un pianista afroestadounidense reconocido por sus dotes en la música clásica. En un principio parece que la dupla no va a ser la indicada por sus diferentes procedencias, pero la ruta, el diálogo y las experiencias vividas cambian la relación. El género claramente se apoya sobre la comedia. Un guion tan gracioso como duro es lo que nos presenta Green Book, donde la road movie sirve para establecer los vínculos entre los personajes y las intrépidas acciones de Tony le quitan la estructura seria y reservada de Shirley. Contiene un manejo de la época elegante, con gags de ese entonces, que vuelve una narración intelectual pero fácil de seguir. La dirección de arte se encarga de que no se le escape ningún detalle actual en la representación de aquel entonces. Las situaciones que reflejan el racismo en 1962 son devastadoras porque todos los días se viven momentos similares. Se puede ver cómo sufría una persona de tez negra, aunque sea el mejor pianista del país. Las actuaciones se llevan todos los elogios con sus interpretaciones, logran captar las emociones indicadas y se vuelve totalmente verosímil para el espectador. Es una película redonda técnicamente desde donde se la mire, los puntos fuertes se encuentran en lo mencionado anteriormente pero también se destaca el montaje, la fotografía y una sublime banda de sonido. Algo que es importante -y para nada menor- es el mensaje que transmite, las personas no se diferencian por su lugar de origen o sus características físicas, la amistad trasciende toda diferencia étnica.