Kurt Matheson, un veterano de guerra con trastorno de estrés post traumático cree que el fin del mundo se acerca. Luego de establecer una relación con un dudoso Mesías abandona su vida cotidiana y comienza a entrenarse de una manera extrema en un refugio subterráneo. Todos dudan de su integridad mental pero cuando él mismo empieza a planteárselo algo extraordinario sucede.
“El Último Hombre” (The Last Man, 2018) es una película de ciencia-ficción dirigida y co-escrita por Rodrigo Vila. Es una coproducción entre Argentina y Canadá que cuenta con varias caras conocidas en su reparto entre las cuales se destaca Hayden Christensen (Star Wars, Jumper), Harvey Keitel (Pulp Fiction), Justin Kelly (Wynonna Earp) y Liz Solari junto a Fernán Mirás del lado de los argentinos.
Con el fin del mundo tocando a la puerta, el veterano de guerra Kurt Matheson (Hayden Christensen),quien sufre un estrés post traumático luego de tener que sacrificar a su mejor amigo Johny (Justin Kelly) en el campo de batalla, intentará reunir los elementos necesarios para sobrevivir a dicha catástrofe que según los medios llegará en forma de una gran tormenta eléctrica.
En un mundo hecho trizas debido a la falta de alimentos, el cambio climático, el resurgimiento de grupos violentos como los Nazis y un Estado destruido por completo, la sensación de desolación está presente desde el minuto uno. Le suma a la trama de juicio final el típico pastor que predica el fin de los tiempos en las calles, en este caso Noé (Harvey Keitel).
Para armarse de lo necesario, Kurt deberá conseguir un trabajo (si, en el medio del apocalipsis) y allí se meterá en líos al acercarse más de lo necesario a Jessica (Liz Solari), la hija del jefe.
Si bien, el concepto era seductor en un principio, no tarda en derrumbarse. La cinta mezcla demasiadas ideas en un argumento que se torna insoportable, sumada a la exasperante voz en off del protagonista. Quizás lo único a favor sea la ambientación y una bien lograda fotografía pero no mucho más.
En lugar de centrarse en una idea y tratarla como corresponde se pierde en un sin fin de escenas clichés que se sienten demás y no logran conectar con el espectador. Dos horas que parecen una eternidad.