En una temporada de Los Sopranos hay un episodio donde Christopher Moltisanti, el sobrino de Tony (el protagonista), decide incursionar en la industria cinematográfica para producir una película de terror.
El proyecto, que es un burdo robo de la saga SAW, termina financiado por unos mafiosos que aprovechan esa posibilidad para lavar dinero. El último juego es un film que tranquilamente podría haber sido el proyecto soñado de Moltinsanti. Se trata de una producción que roba de manera obscena los mismos conceptos argumentales de Saw y Cube (el film de culto de Vicenzo Natali) sin ofrecer un mínimo aporte creativo que haga interesante el relato que se presenta.
A través de una puesta en escena que parece salida de un corto amateur de You Tube del 2007, el director John David Moffat desarrolla un tedio de 80 minutos donde el suspenso y en especial el terror brillan por su ausencia. Se introduce la premisa de un experimento, sobre el que no se da ninguna explicación a lo largo del conflicto, y eso deriva en un espectáculo tonto y aburrido, con una puesta en escena chapucera, donde un grupo de personajes deben matarse entre sí para sobrevivir.
Los actores son horrendos y parecen pertenecer a una escuela amateur de teatro en su primera semana de clases. Sumado al hecho que el director Moffat nunca consigue elaborar situaciones de tensión que al menos despierten un mínimo interés por el relato que se narra, se hace imposible encontrar algún mérito en esta producción para justificar su recomendación.
Simplemente es un film horrendo que por esos milagros inexplicables del mundo de la distribución tiene la suerte de encontrar alguna sala de cine