Una película mala puede convertir la incompetencia y la falta de presupuesto en una maravilla surrealista. Todo lo que necesita es alguna dosis de locura o ingenio. Pero eso es lo que falta en The Blackout Experiment (El Último Juego) para adaptar el formato Battle Royale a una propuesta más o menos convincente: todo lo que vemos son seis malos actores en lo que parece a una sesión improvisada de histeria grupal.