El último chiste de Shyamalan
Dijo en estos días el colega Gustavo Noriega, que uno nunca termina de entender si Shyamalan no nos está tomando el pelo con sus películas. La frase no es aplicable a todas, pero es cierto que para sobrellevar alguna de los últimos títulos del director norteamericano de origen indio se necesita suspender la incredulidad hasta límites imposibles.
Pero en este caso Shyamalan no es del todo el responsable del gigantesco chiste, porque la historia de El último maestro del aire no es de él sino que proviene de un popular dibujo animado para niños.
No tiene mucho sentido tratar de explicar la base del relato porque es un galimatías que oscila entre lo obvio y lo ridículo. La película, que es grandota y se hace pesada aunque no es tan larga, no se sostiene ni siquiera por los espectaculares efectos especiales en 3D.
Diálogos forzados y ampulosos, gravedad, trascendencia de pacotilla y todo lo que una película de aventuras no debe tener, se acumula en El último… Da pena ver mezclados en este sin sentido a Kathleen Kennedy y Frank Marshall, que supieron ser productores de grandes películas del género. El final amenaza con una segunda parte, que si Dios existe, no se filmará.