El universo de Clarita

Crítica de Cristian A. Mangini - Funcinema

TOCAR LA LUNA

Clara es una niña que sueña desde sus 4 años con llegar a la luna, una odisea con la que convive y aprende para algún día conseguir su objetivo. Esta fascinación por los cielos nos conecta con la curiosidad infantil, que en este caso se traslada a la astronomía, pero también es una carta nostálgica a esa etapa desde una protagonista que desborda alegría. A priori la sinopsis sería esa y el mérito del experimentado documentalista Tomás Lipgot (Vergüenza y respeto, ¡Viva el palíndromo!) es expandir ese universo para reencontrarnos a través de sus ojos con esa etapa y también, por qué no, revivirla.

El sueño de ser astronauta primero y luego astrónoma lo vemos no a partir de complejos números o teorías científicas, sino a través del vínculo cultural e histórico que tenían algunas etnias con el universo. Esto le da al documental un tinte más sentimental y sencillo de seguir, sin perder su fondo científico. Es un balance difícil porque otras propuestas suelen caer en un tono new age que en El universo de Clarita no asoma gracias a su rigurosidad académica.

El resultado es un relato entrañable que desde el testimonio construye un mundo que gana desde la calidez de sus anécdotas y el protagonismo de la joven Clara.

Sin embargo, al evaluar la suma de sus partes, también se advierten irregularidades porque algunos segmentos pierden efectividad o permanecen aislados al no darles una continuidad. Si bien su centro, Clara, no se pierde nunca, muchos de los profesionales y tutores que forman parte de su aprendizaje quedan fragmentados en el relato porque se los expone fugazmente. A pesar de esta inconsistencia, El universo de Clarita demuestra ser por momentos un viaje a la fascinación infantil, ese rincón perdido en la adultez, antes que a la luna.