Este documental orientado al público infantil se centra en el viaje a través de la Argentina que hace Clarita, una niña fascinada por la astronomía. Estreno en salas de cine del jueves 15 de abril.
El tono que propone Tomás Lipgot en EL UNIVERSO DE CLARITA es por lo menos inusual. Se podría decir que es algo así como un documental para niños. Esto es: no solo tiene una niña como protagonista sino que los elementos narrativos, el tono, la música y la forma tienen las características de una película infantil. Hay muchos documentales sobre niños pero pocos que se puedan ver también con ellos. Y este film propone algo así.
También se podría pensar en EL UNIVERSO DE CLARITA como una de esas películas para pasar en escuelas, lo que los estadounidenses llaman un afterschool special: el tipo de film que un maestro puede mostrar a sus alumnos con el objetivo de estimularles la búsqueda por el conocimiento, el interés por la ciencia, la fascinación por el mundo que está más allá del alcance de los ojos.
Es que Clarita (Clara Micheletti) es una apasionada por la astronomía. Desde pequeña. Desde muy pequeña. Y esa obsesión la llevó a aprender más y más sobre el tema, inscribiéndose en talleres como el «Proyecto Miradas» de Rosario –donde vive con su familia– en el que pudo desarrollar su interés por las estrellas, los meteoritos y otros fenómenos de ese tipo. Lo que el film cuenta es el viaje que Clarita emprende a lo largo del país, junto con sus maestros, recorriendo sitios de alta importancia astronómica en la Argentina.
EL UNIVERSO DE CLARITA funciona como un acompañamiento a la chica a través de ese recorrido, permitiendo que el espectador descubra a la par de ella algunas de las maravillas que el país tiene para ofrecer en la materia. Y a los personajes (algunos muy curiosos) que se dedican a eso. Las mejores y más emotivas escenas, sin embargo, van por otro lado: una de ellas tiene lugar en una cárcel y otra, sobre el final, durante un eclipse.
Los especialistas en el tema no encontrarán sorpresas aquí. Es que se trata de una película orientada a chicos como Clarita, a los que quizás se los pueda incentivar en una aventura similar a través del conocimiento, sea la astronomía u otra área de estudio. En más de una ocasión, de hecho, es la propia niña la que funciona como la especialista en el tema, impartiendo sus conocimientos en la materia a otros niños de su edad o más chicos.
Lipgot rodeó a la historia de Clarita y las estrellas de un tono naive, de libro de cuentos infantiles, con canciones, pequeños videoclips y otras elecciones estéticas orientadas a hacer del documental algo tan accesible como la manera en la que se explican las ideas sobre el universo. Es un formato que no da más opción que cerrar la crítica diciendo aquella vieja frase: es una película para ver en familia. Ni más ni menos que eso.