Tomás Lipgot, en su filmografía inscripta totalmente dentro del género documental (de los que podemos mencionar, entre otros, a “Fortalezas”, “Moacir” “Vergüenza y Respeto” o “Viva el palíndromo!”), ha demostrado tener un ojo virtuoso para encontrar personajes atractivos y con carisma, que generen un particular interés en el espectador: quizás uno de los mayores méritos que pueden presentarse a la hora de construir un trabajo de no ficción.
De esta manera hemos acompañado los recorridos que Lipgot propone y nos ha presentado tanto a un grupo de amantes de formar frases lo más largas posibles que puedan leerse tanto “del derecho” como “del revés”, los testimonios de quienes se encuentran en situación de encierro ya sea en la cárcel o en internaciones en instituciones psiquiátricas, retratarnos a un artista sin formación musical formal pero con un prodigioso talento para el canto o recorrer las diferentes generaciones atravesadas por los rituales y las costumbres ancestrales marcadas en una familia gitana del conurbano bonaerense.
En su nuevo trabajo, “EL UNIVERSO DE CLARITA”, que fue presentado como película de apertura de la sección BAFICITO en el último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, su cámara pone en el centro de la escena a Clara Micheletti –Clarita-, una niña de catorce años con marcadas inquietudes intelectuales, incluso desde muy temprana edad, por todo lo vinculado con las ciencias pero muy particularmente apasionada por la astronomía.
Ya desde chiquita Clarita sueña con ser astronauta, habla de las estrellas, y construye su mundo de cometas, asteroides, planetas, constelaciones y telescopios. Fanática incansable asistiendo a cuánto taller apareciera por su camino, se nutre de experimentos, libros, charlas y todo lo que tenga que ver con la astronomía para seguir creciendo y conociendo más y más del infinito mundo cósmico.
Sus maestros en los talleres de astronomía, Sofía y Yayo, saben de su pasión y sus conocimientos, de su compromiso y su espíritu de superación, y es por eso que la eligen para una experiencia vivencial única: desde su Rosario natal emprenderán un viaje a través de diferentes puntos del país relacionados con la astronomía. Un camino lleno de instancias de aprendizaje y posibilidades de experimentación que amplíen su mirada y los saberes que fue modelando a través de los talleres del “Proyecto Miradas”, para lanzarse a un recorrido que la apasiona desde el primer momento.
En su cuaderno astronómico –uno de sus primeros regalos en este viaje- irá registrando todos los acontecimientos, desde lo vivido en los observatorios de Chaco, San Juan o La Plata, hasta sus charlas con expertos en diversos temas relacionados con el polvo estelar, las Supernovas, satélites y hasta habrá lugar para poder generar un espacio de reflexión y respeto de posiciones a esa eterna disputa entre la postura religiosa y la postura científica frente al Big Bang y el misterio del principio del Universo.
Lipgot entraba un diálogo directo con su trabajo anterior sobre el mundo de los palíndromos y le imprime a “EL UNIVERSO DE CLARITA” el mismo estilo lúdico y naíf, permitiéndose jugar no sólo con la protagonista sino con el resto de los miembros de su familia, desacartonando el rol de los profes, alejándolos lo más posible de una mirada enciclopedista –aunque por momentos no se puede evitar el hecho de que aparezcan gran cantidad de datos con formato de manual de escuela media- y generando un espacio para la magia visual en donde le permite a Clara hasta interactuar con Georges Méliès y su icónica luna que ya data de principios del siglo pasado.
Este viaje también será un transporte a las culturas originarias y a conocer más sobre la concepción del tiempo y del espacio, sobre la forma en que cada una de las otras culturas que nos antecedieron en el tiempo, miraron al cielo e interpretaron ese mapa estelar de diferentes maneras y con diversos fines.
Lo que va impulsando cada tramo del documental es la inagotable curiosidad de Clarita para abordar cada nuevo tema y cada nueva experiencia, sin que en algunos momentos como espectadores pueda aparecer la pregunta sobre quiénes son los verdaderos destinatarios a los que apunta este trabajo. Más allá de su impecable factura técnica, de la destreza de Lipgot para ir enhebrando las experiencias de los viajeros en cada uno de los tramos, el formato y el estilo con el que se trabaja el material parece ser más acorde a un formato televisivo o de un video de divulgación de ciencias en una materia del colegio secundario que de un trabajo destinado a la pantalla grande, sin que esto de ninguna manera quite mérito al valor del producto, pero que se sienta, en varios tramos, que falta “algo” para poder redondear un producto de corte más cinematográfico.
Vale la pena rescatar fundamentalmente de “EL UNIVERSO DE CLARITA” que frente a un mundo en el que los adolescentes parecen completamente faltos de motivaciones, en donde todo pasa por los designios de la playstation y las pantallas a las que viven conectados, aparece un espacio para el deseo, para los sueños, para apasionarse y para sumergirse en la búsqueda del conocimiento que nos hace crecer. Otro plus –que no es poco- son las bellas imágenes que construye Javier Pistani a cargo de la fotografía del filme y que nos regala la mágica experiencia de ver un fenómeno que ocurre aproximadamente cada 200 años: un magnético eclipse solar en la localidad de Bella Vista, provincia de San Juan que es pura seducción y asombro visual.
POR QUE SI:
» Lo que va impulsando cada tramo del documental es la inagotable curiosidad de Clarita para abordar cada nuevo tema y cada nueva experiencia «