LO “TRASCENDENTE”
Una de las peores cosas que le pueden llegar a suceder a un ser humano es sobrellevar la muerte de un hijo. Quizás el hecho que sea algo poco habitual (lo “establecido” es que el padre muera primero), lo transforma en una experiencia muy traumática y difícil de tolerar. Intentando exhibir esta situación, El valle del amor narra la historia de Isabelle y Gérard, una ex pareja de actores que después de años separados y sin verse, reciben una carta de su hijo Michael, quien se suicidó hace seis meses. En ella, su hijo los cita en El Valle de la Muerte, en pleno corazón de los Estados Unidos. A pesar de lo absurdo de la situación, el padre y la madre deciden ir, provocando que los fantasmas de su pasado común aparezcan a lo largo de la búsqueda del fantasma de este hijo que los ha enviado al umbral de la muerte en California.
De corte clásico y con un trabajo de puesta en escena que sólo se dedica a exhibir los diferentes momentos de la travesía de este dúo, el film transcurre entre diálogos y situaciones que apuntan a la simbología y lo espiritual de la muerte, como también a los recuerdos de esa pareja divorciada hace años.
A pesar del talento de Isabelle Huppert y Gérard Depardieu, que abordan sus personajes con maestría y gran destreza, la película nunca llega a despegar, resultando monótona, sin sobresaltos, sin instantes que emocionen o estremezcan. Todo ocurre en forma irresoluta y con demasiados “símbolos” que nunca se terminan de entender claramente, agregando aún más imprecisión al relato.
Una bella fotografía y una dupla que sigue demostrando su talento actoral no alcanzan para hacer que El valle del amor resulte un producto atractivo. Es de esos trabajos que pretenden ser trascendentes y -a su vez- “premiables”, pero que nunca logran transmitir emoción al espectador ni presentar una historia significativa para el universo cinematográfico que represente la cruel vivencia de la muerte de un hijo.