Film italiano que se centra en el acoso sexual dentro del ámbito laboral y la consecuente odisea de la mujer por hacer valer su voz pero que finalizará como un cuento de hadas.
Nina, encarnada por Cristiana Capotondi, deja Milán para mudarse a un pequeño pueblo de Lombardía con su hija. Allí encuentra trabajo en una prestigiosa clínica para ancianos donde trabajan muchas otras mujeres. Pero el lugar parece esconder un oscuro secreto. Al descubrirlo, se verá obligada a enfrentarse a los directivos y a sus propias colegas para poder hacer valer sus derechos y proteger su dignidad.
El plano de apertura se centra en un casi imperceptible travelling lateral en el que vemos una grandilocuente residencia en el medio de un impoluto monte, rodeada de una armoniosa arboleda y acompañada por el sonido de una naturaleza amable y diáfana. Todo tan renacentista que agobia, pero es una elección de tono con una justificación clara en la mirada del film.
Luego conoceremos a Nina, quien se encuentra en el interior de la residencia, sentada junto a su hija, en situación de espera. La secuencia que se plantea a continuación se debe a la presentación del personaje de Nina dentro de un contexto de entrevista laboral; lo interesante de ello, es que si bien el director decide presentarla a través de respuestas, lo que en herramientas de cine quizás sea algo cuestionable, quien formula dichas preguntas es un religioso con poder de mando, consiguiendo así que les espectadores comiencen a habitar el espacio, pequeño e incómodo, que esta mujer ocupará en la historia que se avecina y que habitualmente venimos ocupando las mujeres en la sociedad laboral patriarcal.
Si bien el film erige un manifiesto de revuelta, incluso desde la elección de su actriz protagónica, la cual es firmante del documento «Dissenso comune», en el que se denuncia el acoso sistemático laboral que sufren las actrices italianas; puede que la resolución elegida para la historia roce más con el mundo ideal que con el real, pues todes conocemos víctimas de acoso y abuso sexual laboral, pero me atrevería a decir que nadie conoce a un condenado y mucho menos a dos en función de ese delito.
Dicho esto, el desarrollo de la trama y sus puntos de giros durante el proceso de denuncia han sido tan certeros en “lo real” de la problemática de género que la convierte en una película necesaria para la visibilidad de los tiempos que nos transcurren y escurren.
Para finalizar, quisiera compartir lo que la prensa del film difunde en sus gacetillas (no suelo hacer este tipo de análisis pero mi condición de mujer en lucha no me permite silenciar este párrafo): “El valor de una mujer da cuenta del desencuentro entre psicologías personales y diferentes umbrales de tolerancia del abuso, la falta de solidaridad entre mujeres, su propio silencio reinante, el oportunismo de la connivencia y la prevalencia de la resignación.” Yo me pregunto, entre tantas palabras, ¿leyeron al menos entre líneas que la película da cuenta de la no equidad laboral debido a que la mujer es observada como objeto de un sujeto? ¿y que la desigualdad de género es la causa principal del abuso de poder dentro de un sistema patriarcal? O algune me podrá explicar ¿qué significa desencuentro de psicologías personales? O mejor aún, hablemos de los márgenes de tolerancia en el abuso. ¿Realmente les creadores de este film creen que une puede ser tolerante ante un abuso? De verdad me lo pregunto.
Pasemos al otro ítem, la falta de solidaridad en LAS MUJERES, o sea que debido a que no somos sororas es que las denuncias no llegan a los juzgados y también por culpa de nuestro propio silencio reinante es que se protege al abusador… pues claro, “elegimos” no hablar porque lo que nos frena no es el TERROR sistemático y su falta de contención, sino nuestro propio silencio. (¿) Realmente puedo seguir pero creo que se entiende el punto, que es el siguiente: un director cis hetero haciendo uso de su lugar de privilegio social cuenta una historia donde las mujeres sufren abuso y desigualdad. Parafraseando a J. L. Godard “así como no hay que hablar en lugar del otro, no hay que ponerse nunca en donde no se está”.
El valor de una mujer es una película que visibiliza el acoso y abuso sexual que sufrimos las mujeres dentro del ámbito laboral aunque se encuentra atravesada por una mirada ilusoria.