El techo de cristal
Ser oportuno no es necesariamente pecar de oportunista. Y en ese sentido es justo decir que la película de Marco Tullio Giordana data del año pasado y que por esas cosas y azares de distribuidores llega a salas de cine en momentos de plena ebullición mediática desde varios sectores que pusieron el foco en la visibilidad del acoso laboral y mucho más en la industria cinematográfica y televisiva con pie en la tierra del tío Sam. El Me Too, encuentra relfejos también en Italia y en las actrices como la protagonista de esta historia, Cristiana Capotondi. La película prácticamente es ella y su lucha nada silenciosa cuando decide romper el silencio.
Tal vez transparentar ese techo de cristal de la desigualdad en el ámbito laboral es uno de los ejes invisibles que atraviesan El valor de una mujer. El otro, expresamente literal es el acoso laboral y la indefensión total de una empleada que además de cargar con ese peso de violencia debe soportar el desprecio y falta de solidaridad de otras mujeres.
La sororidad que no acompaña su reclamo judicial encuentra por fortuna la voz de una abogada que decide ir hasta las últimas consecuencias y desde esa gesta en tribunales cuando la película adopta todos los andariveles de una trama judicial laboral las dotes actorales de Capotondi se comen la pantalla. Mérito de Tullio Giordana y su despojo y distancia para meter la cámara en ese proceso de transformación en el que la hipocresía de muchos y el silencio de instituciones de reputación como la Iglesia Católica encuentran su mayor revés por el círculo de silencio y protección aún vigente ante casos de abuso de poder.
No obstante, el nuevo opus de Tullio Giordana se inscribe dentro de un pool de películas de empoderamiento que con el correr de los minutos de metraje se acomoda, no sorprende pero tampoco deja hilo por zurcir.