Las traducciones de los títulos, o mejor dicho, los títulos con que se estrenan las películas en nuestro país, no siempre respetan el sentido del original, o pueden leérselos con otro entendimiento.
En El valor de una mujer (Nome di donna en Italia), el sentido de valor pasa por el del coraje. Aunque algunos personajes crean que Nina pueda tener un valor monetario.
Es que la base del filme del director de La mejor juventud es un acoso sexual en un medio laboral. Nina, madre soltera, deja Milán para instalarse en un pueblito en Lombardía, donde trabaja en un asilo, una clínica que atiende ancianos. El director es médico (Valerio Binasco) e intenta propasarse con ella.
Pero Nina tiene ese valor del que hablábamos, y cuando se entere de que el director ya ha hecho lo mismo, y otras mujeres no pudieron escapar del abuso, se desencadena una historia que va más allá de las injusticias laborales.
Es cierto que el director de Los cien pasos le va sumando, agregando clisés a la historia -que el jefe de personal del lugar sea un cura; que se utilicen cámaras ocultas; que el proceso judicial con testimonios varios sea extenso-, pero el filme reviste su esencia en mantener la historia de Nina, para que su caso no sea uno más y no se banalice, ni se vacíe, ni se pierda la propia historia de la acosada entre las denuncias.
Cristiana Capotondi lleva la película adelante, y el realizador la encuadra para mostrar desde su vulnerabilidad hasta su valentía y bravura.