Policial más curioso que logrado
Más que un policial, este film rumano es un drama sobre los motivos ocultos que puede tener la gente común para hacer o no hacer cosas. El título original de lo que acá se llama "El vecino" se puede traducir perfectamente como "Un piso más abajo", y el tema es el de un vecino que podría haber denunciado a otro por una actividad sospechosa justo antes del asesinato de otra vecina, pero que por algún motivo prefiere callar esa información cuando es interrogado por la Policía.
El director Radu Muntean juega toda la historia desde un ángulo minimalista, observando cada detalle de las actividades de la familia del vecino-testigo, mostrando cierta burocracia rumana dado que su trabajo tiene que ver con el registro de propiedad de automóviles, pero sobre todo en asuntos cotidianos, como los largos paseos con su mimado perro labrador, al que incluso lleva con su hijo adolescente a una exposición canina. Justamente en esta escena aflora un poco del suspenso que se espera de un policial, pero que está apenas latente. Es que sin que el espectador pueda conocer las motivaciones del protagonista para no haberle contado a la Policía la disputa entre el vecino de abajo y la mujer que luego apareció asesinada, la información que se reservó actúa como fuente de paranoia y nerviosismo. Mucho más cuando el vecino de abajo aparece en su casa actuando muy simpáticamente con su mujer e hijo, al que aconseja sobre su computadora y sus videojuegos.
Bien filmada, actuada y fotografiada, el estilo ascético de "El vecino" no siempre convence del todo. La historia es interesante y la narración es bastante fluida, pero no llega a generar la intriga que el planteo propone, por lo que el resultado podría definirse más como una curiosidad que otra cosa.