El cine rumano nos sorprende. En cada estreno descubrimos una cinematografía pródiga en jóvenes autores capaces de hablar de muchas cosas grandes a través de cosas chicas, historias simples, cotidianas casi. Después de El Tesoro, llega El Vecino, con varios puntos en común, pero ésta dirigida por Radu Muntean, el mismo de "Martes, después de Navidad".
Aquí, la simpleza de una anécdota de consorcio se pone hitchckokiana: el protagonista tiene un encuentro casual con unos vecinos que parecen tener problemas de pareja. Al día siguiente, la mujer es asesinada. La película se encarga de observar cómo reaccionan los personajes después de esa irrupción de la violencia en unas vidas que parecen normales, sin grandes asuntos, pero satisfactorias. Cómo sigue la vida en el micromundo vecinal, cómo las reacciones individuales influyen en las familias, en la vida cotidiana. El mejor no saber, dice la película, es también una elección que dice mucho sobre una sociedad, una historia, un país.